“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7).
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” (Apocalipsis 2:11).
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” (Apocalipsis 2:17).
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:29).
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3:6).
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3:13).
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3:22).
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17).
A Dios le gusta comunicarse con sus hijos. Desde el principio habló con el hombre.
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:28).
Dios crea al hombre y le habla para darle instrucciones de lo que tiene que hacer.
Dios es Padre y como todo buen padre enseña a sus hijos.
Los hijos no saben y es preciso que los padres les enseñe.
De igual manera Dios tras poner al hombre en la tierra le dice que tiene que hacer.
Dios pone al ser humano para que gobierne la tierra y le instruye que tiene que hacer.
A lo largo de la historia Dios habla a sus siervos.
Noé
“Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: 13 Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra” (Génesis 9:12-13).
Dios hace más de 4000 años habla a Noe para decirle que el Arco Iris es el pacto de Dios con los hombres.
Ya le había hablado con anterioridad dándole instrucciones de cómo hacer el arca.
“Dijo, pues, Dios a Noé: …14 Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera” (Génesis 9:13-14).
Dios le da instrucciones de como tenía que hacer el arca. Es interesante que el arca no tenía velas ni timón, Dios es el que la dirigía.
Abraham. – “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1).
Dios habla con Abraham para darle instrucciones de lo que tenía que hacer con su vida, donde tenía que ir.
Dios nos dirige en la vida, Él nos habla acerca de lo que hemos de hacer, obedezcamos y seremos bendecidos.
No hay mejor dirección que la que Dios da.
Jacob
“Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. 2 Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. 3 Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado” (Génesis 35:1-3).
En medio de los dioses ajenos Dios dice a Jacob que levante un altar y a este obedece.
En medio de la mundanalidad, en medio del pecado los hijos de dios hemos de levantar altares a Dios.
Moisés
“Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias” (Éxodo 3:4-7).
El llamamiento de Moisés es un momento glorioso ya que Dios habla con un perdedor para hacerlo el libertador de Israel.
Dios se revela de forma gloriosa en la zarza ardiente y le habla para convencerle de quien era.
Desde estos versículos (Éxodo 3:4) hasta el 4:17, es un diálogo entre Dios y Moisés. Dios quiere tener largas conversaciones con sus siervos.
Hablando con Dios creemos a Dios, entendemos cual es nuestro destino y sabemos que no importa lo que somos, lo que importa es que Dios está con nosotros, en nosotros y por nosotros.
Buscando tiempo de intimidad con Dios veremos la realidad según la ve Dios.
Los profetas
Oyen la dirección de Dios y la repiten al pueblo. Los profetas se convierten en el altavoz de Dios al mundo.
“Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz” (Isaías 13:1) Mensaje de Dios para Babilonia.
“Profecía sobre Moab…” (Isaías 15:1) Mensaje de Dios para Moab.
“Profecía sobre Damasco…” (Isaías 17:1) Mensaje de Dios para Damasco.
“Profecía sobre Egipto…” (Isaías 19:1) Mensaje de Dios para Egipto.
“Profecía sobre Tiro…” (Isaías 23:1) Mensaje de Dios para Tiro.
“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2 Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada” (Jeremías 2:1-2). Mensaje de Dios para Jerusalén.
Ezequiel
Dice 48 veces en 48 capítulos la frase: “Vino a mi palabra de Jehová”. Prácticamente todo el libro de Ezequiel es un dictado de Dios al profeta.
Daniel
Es el profeta del futuro, recibe de Dios dirección de lo que va a ocurrir en los imperios que vendrían después de él.
Dios habla a Daniel por sueños y visiones “En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto” (Daniel 7:1).
Jonás
“Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: 2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí” (Jonás 1:1-2).
Dios habla a Jonás para que predique en Ninive.
Dios calla
El Antiguo Testamento se acaba en Malaquías y Dios calla durante 400 años. Hay 400 años de silencio de la voz de Dios al hombre.
El pueblo de Israel no había reaccionado a los mensajes de los profetas y Dios calla. Si desobedecemos Dios va a callarse.
Dios vuelve a hablar
Pasados estos 400 años, Dios se prepara para dar el mayor discurso que pueda darse en la historia mandando a su Hijo.
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1-2) Estos versículos resumen el interés de Dios de hablar al ser humano en el Antiguo testamento a través de los profetas y posteriormente a través de Jesús. La voz de Dios resonó en la tierra a través de Jesús y podemos oírlo ahora leyendo los evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).
En Pentecostés ocurre el derramamiento del Espíritu Santo sobre la iglesia y podemos leer en Hechos 2:4: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” El Espíritu Santo habla por la boca de los discípulos.
En el Antiguo Testamento hablaba Dios Padre, en los evangelios habla Dios Hijo, y tras pentecostés habla el Espíritu Santo.
“Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro” (Hechos 8:29) El Espíritu Santo dijo a Felipe que se acercara al Eunuco.
“Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan” (Hechos 10:19).
El Espíritu Santo advierte a Pedro acerca de la llegada de tres hombres que iban a llevarle a casa de Cornelio.
“Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hechos 13:2). El Espíritu Santo habla para apartar a Bernabé y a Saulo para el ministerio.
“Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia” (Hechos 16:6). El Espíritu Santo les dirige prohibiéndoles ir a Asia.
“Quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles” (Hechos 21:11) El Espíritu Santo habla a través del profeta Agabo para mostrarle a Pablo lo que le iba a ocurrir.
“Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye” (I Samuel 3:9-10).
Mucha gente al orar entiende: “Oye Señor, tu siervo habla”. Pero Samuel entiende que la oración ha de ser en ambos sentidos.
Incorporemos a nuestras oraciones el oír lo de Dios.