“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? 2 cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. 3 Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. 4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. 5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto” (Salmo 27:1-5).
El ser humano tiene un gran problema que se llama miedo, miedo a la vida y miedo a la muerte, miedo al presente y miedo al futuro, miedo a lo que existe y a lo que no existe.
Estemos rodeados de cosas que nos dan miedo, y cuando no hay nada las produce nuestra mente.
Veamos que podemos hacer frente al miedo.
1.- Enemigos externos e internos.
Este pasaje que hemos leído lo escribió el rey David.
David pasó por muchas situaciones, algunas buenas y otras malas, igual que nos ocurre al resto de los humanos.
Cuando escribió este salmo estaba pasando una situación difícil, una situación en la que tenía muchos enemigos, uno de ellos le producía miedo “¿de quién temeré?”.
No importan los enemigos de afuera, siempre vamos a tener que pelear con el enemigo que llevamos dentro llamado miedo.
Los enemigos de afuera se fortalecen cuando crece dentro de nosotros el miedo y los enemigos de afuera se debilitan cuando dentro de nosotros vencemos el miedo.
Los enemigos de afuera se magnifican con nuestro miedo interior o menguan con nuestra falta de miedo interior.
2.- Decisión.
Todos tenemos a diario la opción de creer que Dios está con nosotros o ser pesimistas y esperar que ocurra lo peor.
“Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
Antiguamente las fortalezas eran los únicos lugares seguros. Solían estar en alto, tener muros gruesos, torres de vigilancia, lugares preparados para no recibir los dardos del enemigo.
Estar en una fortaleza era estar seguro, si decide poner su confianza en Dios, si pone a Dios como fortaleza, como castillo, como aquel que hace que el enemigo no pueda tocarnos, entonces no tendrá miedo.
Usted decide estar en una fortaleza de altos y anchos muros que le protegen del enemigo o estar en campo abierto a expensas de los ataques enemigos.
3.- El temor es fe.
“Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25).
El temor es fe en lo malo, es creer que nos va a ocurrir lo peor.
Si pones fe en que le ocurrirá lo peor según su fe le será hecho.
Temor es fe en la dirección equivocada.
El temor crea una barrera que aleja lo mejor de Dios.
El temor exagera las cosas malas y las hace ver mayores de lo que son.
4.- “Jehová es la fortaleza de mi vida”.
Tiene que meterse en la fortaleza si quiere vencer el miedo.
Dios manda ángeles para protegernos, no le de pie al temor.
Proclame la palabra de Dios y deseche el temor.
Ponga su confianza en aquel que le llamó y que le tiene en la palma de su mano.
5.- Discipline su mente.
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (II Timoteo 1:7).
Desgraciadamente, hemos sido criados en el temor, se nos enseña a temer desde la cuna, los padres sobreprotectores son la mayor fuente de temor para sus hijos.
Es por esto que tenemos que revertir nuestra situación mental para empezar a confiar en Dios.
“Dominio propio” si se deja llevar por las emociones y no tiene dominio de su mente vivirá toda su vida en temor y su vida será una desgracia.
La mente es la diana del enemigo, Satanás va a mandarle continuamente pensamientos de miedo, y usted debe continuamente meterse en la fortaleza “Jehová es la fortaleza de mi vida”.
Sus pensamientos son poderosos, pueden matar los sueños que Dios puso en su corazón, pueden detener el favor de Dios sobre su vida.
El primer lugar donde se pierde la batalla es en la mente.
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11). Tenga los pensamientos de Dios.
El llamamiento que Dios le ha hecho es muy importante, usted ha sido llamado por Dios para extender el reino de Dios, Dios le ha puesto a su servicio, no deje que el temor le pare ni le detenga.
Los dos enemigos de la voluntad de Dios sobre su vida son el temor y la rebelión.
6.- Los impíos no tienen lo que usted tiene.
“Lo que el impío teme, eso le vendrá; pero a los justos les será dado lo que desean” (Proverbios 10:24).
Los impíos temen y les viene lo que han temido, pero usted tiene el dominio propio para cambiar esos pensamientos y por tanto le vendrá lo bueno, lo de Dios.
7.- Active la fe. “Yo estaré confiado” (V.3).
Dios le tiene en la palma de su mano.
“He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida” (Isaías 49:16).
Usted ha sido escogido por Dios para que le sirva y él es fiel con usted.
“Fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió” (Isaías 49:7).
Dios está en el trono y la oración cambia las cosas, crea que Dios le oye y está feliz en ayudarle a desarrollar su servicio a Dios de manera excelente.
El enemigo no tiene la última palabra, Dios tiene la última palabra, usted está en el bando vencedor.
8.- Que la fe cierre la puerta.
El enemigo va a venir a llamar a su puerta con temores de todos tipos, cuando esto suceda dele un portazo con la fe.
Proclame la palabra de Dios, declare Juan 4:4 “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”, aplique fe y dele un portazo al miedo. Proclame la palabra, repita versículos de fe.
9.- Avión.
Estaba en un aeropuerto y salía el avión de la compañía aérea y llovía, todo estaba oscuro, pensaba que quizás no podríamos volar, sin embargo, el avión despegó, durante unos minutos el agua caía sobre el avión, de pronto atravesamos las nubes y en nada de tiempo el sol volvió a lucir espléndido.
Vuele en Dios, despliegue su fe, y los temores desaparecerán.
Deje que la tormenta quede debajo suya.
Usted es de Dios, no permita que el temor le frene.
10.- Jesús nos quita el miedo.
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
Jesús vino a darnos paz, a quitarnos el miedo, confíe en Él, usted está en sus manos.
Ante la turbación de la vida, podemos acercarnos a Jesús y recibiremos la paz interior que necesitamos.