El desierto

“Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón” (Oseas 2:14).

 “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo” (Mateo 4:1).

 “Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. 13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían” (Marcos 1:12-13).

 

Dios, a veces, permite que pasemos por desiertos.

Todos pasamos por desiertos, momentos difíciles: pérdidas, enfermedades, separaciones, etc.

Todas las personas que hicieron grandes cosas pasaron por desiertos.

Los desiertos son precisos para ser usados por Dios.

 

1.- Elías.

Se fue a una cueva, encerrado, con miedo, estaba en un desierto: “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres” (I Reyes 19:4).

Tuvo miedos, quería morirse, pero de ahí lo sacó Dios fortalecido.

 

2.- José.

Fue capacitado para ser primer ministro en el desierto del desprecio de su familia, del exilio, de la difamación, y de la cárcel.

Nunca hubiese sido lo que fue si no hubiese pasado por ese desierto.

Dios no nos manda problemas, pero los utiliza cuando nos llegan.

Aprenda a aprender en sus desiertos.

No desaproveche su sufrimiento.

 

3.- Escala de prioridades.

Los desiertos nos revalúan nuestras prioridades, nos pone a ver lo que de verdad merece la pena.

En los desiertos algo sucede en nuestro interior, somos cambiados y mejorados.

No se queje cuando esté en un desierto, hay cosas que solo suceden en el fuego de la aflicción.

 

4.- Los desiertos nos acercan a Dios.

Quizás no le guste, pero es conveniente que usted pase por desiertos.

Es en el desierto donde nos volvemos personas de fe, donde el poder de Dios se manifiesta en nuestras vidas de forma sobrenatural.

En el desierto abunda la escasez, no hay agua, las temperaturas son altas, hay animales peligrosos.

En el desierto si se siembra, no se produce nada.

¿Qué quería Dios que aprendieran en el desierto?: a orar y a depender de Dios.

En el desierto aprendemos a confiar, aunque no haya alimentos, sabemos que Dios proveerá con su maná.

En el desierto Moisés recibió las tablas de la ley, en el desierto recibimos la dirección de Dios.

 

5.- Los tres primeros días en el desierto.

El pueblo de Israel caminó tres días por el desierto hasta llegar al mar Rojo.

Todo parecía que estaba bien, pero: “Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? 12 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto” (Éxodo 14:11-12).

La congregación quería regresar, pero no hemos de volvernos al mundo del que hemos salido.

Luego Dios se pone entre ambos y durante toda la noche no pudieron alcanzar los egipcios al pueblo de Dios, porque el Señor no se lo permitía. Dios los contuvo.

Luego Dios hace el milagro.

“Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. 16 Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco” (Éxodo 14:15-16).

El propósito de cruzar el desierto es que podamos ver la mano de Dios y que podamos conocerlo.

 

6.- Jesús estuvo en el desierto 40 días, y vino Satanás a tentarlo.

Si Dios hizo pasar a Jesús por el desierto, también nosotros vamos a caminar por allí.

En el desierto es el lugar donde se forma nuestro carácter y nuestro temperamento.

Es en el desierto dónde conocemos la gracia y el favor de Dios.

Jesús solo estuvo 40 días en el desierto porque supo confiar en Dios, Israel pasó 40 años en el desierto porque se reveló. Confía en Dios y estarás menos tiempo en tu desierto.

 

7.- El diablo nos tienta en el desierto.

En el desierto el diablo va a tentarnos: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo” (Mateo 4:1).

El diablo viene a tentar nuestra carne y probar si realmente tenemos convicciones firmes de seguir al Señor.

 

8.- Morimos a nuestros argumentos.

En el desierto debemos aprender a “morir”, a nuestros argumentos y responder con la palabra de Dios “escrito está”.

Ya no valen tus pensamientos, tiene que proclamar la palabra de Dios.

 

9.- Los ángeles nos sirven.

En el desierto los ángeles están a nuestro servicio, nos cuidan, pelean por nosotros.

No estamos solos, allí están con nosotros los ángeles.

 

10.- Campo de entrenamiento.

El desierto no es un lugar de castigo, es un campo de entrenamiento donde el Espíritu Santo nos está formando porque tiene grandes propósitos con nosotros.

Así como el oro pasa por el fuego para ser purificado, también el cristiano pasa por el desierto.

 “Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia” (Malaquías 3:3).

El platero está purificando la plata hasta que se ve su cara.

No le tengan miedo al desierto, no has sido llevado para ser destruido, sino para ser llevado a otro nivel.

 

11.- No es definitivo.

Si pasa por el desierto es porque vas hacia la tierra prometida.

El desierto no está hecho para que viva allí indefinidamente, sino que es un lugar de paso.

Dios quiere que posea la tierra que mana leche y miel.

 

12.- David.

David no estaba con su familia, sino en el campo cuidando ovejas, esto le capacitó para vencer a Goliat.

Cuando leemos en salvo 23, no es coincidencia lo que dice, él conocía a Dios.

 “Jehová es mi pastor; nada me faltará. 2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. 3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. 4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. 5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. 6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días”.

Hay que pasar por el valle de sombra de muerte para poder llegar a la mesa y a la copa que rebosa.

En el desierto demostramos de que estamos hechos.

Si no es fiel en el desierto no lo va a ser en la tierra prometida.

Cada vez que pasamos por el desierto mueren cosas nuestras, pero otras cosas toman vida.

La gente, los desiertos, no determinan tu destino, Dios sí.

 

13.- Multiplicación de los panes y los peces.

“Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. 18 El les dijo: Traédmelos acá. 19 Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. 20 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas” (Mateo 14:17-20).

Jesús tuvo que partir el pan para que hubiese multiplicación.

El desierto, el quebranto, no es el final, es la prueba de que Dios le va a multiplicar.

De vez en cuando Dios permite que atravesemos situaciones difíciles donde somos probados, nuestra fe es sometida a prueba.

Hay cosas grandes para los que pasan el desierto alabando y glorificando a Dios.

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