“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. 25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:22-32).
Todos tenemos un pasado y estamos influenciados por este pasado.
Las acciones que hacemos, sean buenas o malas producen resultados en nuestras vidas.
Las malas decisiones producen problemas y las buenas bendiciones.
Sin embargo, el Señor nos dice en este pasaje cosas muy interesantes:
1.- Podemos cancelar mucho del poder del pasado. –
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre” (V.22).
Antes de convertirnos teníamos una manera de pensar, unas actitudes, un tono de voz, una malicia de la que hemos de despojarnos.
Reorientando nuestra vida podemos pasar del fracaso al éxito solo hace falta que nos despojemos del viejo hombre.
Despojarse del viejo hombre es una acción que depende de nosotros y de nuestra voluntad. El viejo hombre va a permanecer si tú no pones de tu parte para quitártelo.
Dios nos salva, nos llena del Espíritu Santo, pero deja en nuestras manos la decisión de seguir igual o cambiar.
Por esto hay hermanos en la iglesia que cantan, vienen a los cultos, conocen el lenguaje evangélico, pero aún continúan actuando y viviendo como eran antes de convertirse. No se han despojado del viejo hombre.
2.- Renovarse la mente. –
Primero despojarse y luego renovarse.
No puedo ponerme un zapato nuevo si antes no me quito el viejo.
No solo hay que dejar el viejo hombre, sino que ahora he de empezar a tomar los nuevos hábitos y costumbres que Dios en su palabra me dice que he de tener.
“Renovaos en el espíritu de vuestra mente” (V.23) la mente es el campo de batalla dende se decide el futuro de nuestra vida. Nuestros pensamientos van a determinar lo que hacemos y somos. Por eso hemos de empaparnos de la palabra de Dios.
3.- Vestirnos del nuevo hombre. –
“Vestíos del nuevo hombre” (V.24). Hay una nueva persona que puedes tener.
Hay futuro para ti, no importa el desastre que eras si dejas de hacer lo que haces, si dejas de pensar como pensabas y empiezas a actuar de la manera que Dios quiere que actúes.
Nadie te va a conocer: “¿Que le pasó? ¿Qué le han hecho? Es otro”.
“Creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” el nuevo hombre es una estructura de vida creada por Dios que tiene un pilar: La verdad. Que es justa y lleva a la santidad.
Dios quiere que vivamos en su verdad y no en la mentira del diablo.
4.- Acciones que hay que hacer para despojarnos del viejo hombre.
a) Desechar la mentira. – Esto se hace hablando la verdad “hablad verdad cada uno con su prójimo” (V.25).
Ahora hace una anotación a tener en cuenta “porque somos miembros los unos de los otros” (V.25). Insistiendo en la importancia de que en la iglesia hablemos la verdad.
b) Airaos, pero no pequéis. – Todos podemos tener momentos de ira, no somos ángeles, además a veces la gente hace cosas que, si no estamos vigilantes, nos hace saltar.
No es deseable que pase, pero a veces ocurre, por eso Dios, conociéndonos, nos da una pequeña licencia a airarnos, pero con una condición: No te acuestes sin arreglar ese desatino.
Arreglar los fallos pronto hacen que sean más pequeños o al menos que no crezcan.
El viejo hombre se mantiene en el error y lo justifica, el nuevo hombre se equivoca y trata de arreglarlo.
Estemos vigilantes para no airarnos. “Siempre que en una conversación o discusión te des cuenta de que levantas la voz, es el momento para callarte”.
No hacer esto es dar lugar al diablo (V.27) para que haga más daño del que antes se hizo.
c) No hurtar sino trabajar. – Parece que en la iglesia de Éfeso había gente que antes se dedicaba a esto. Por esto Pablo resalta este pecado, pero podemos aplicarlo a cualquier otro, lo que hacía antes mal ha de dejar de hacerlo.
d) Compartir. – “Para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (V.28).
El trabajo es una fuente de bendición para poder vivir dignamente y bendecir a otros. La generosidad ha de ser la tónica de la vida cristiana. Ganar para compartir en vez de ganar para acaparar.
e) Cuidar el hablar. – “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (V.29).
La palabra griega para corrompida es “Sapros” que significa: “corrompida, podrida, lo que no vale y no se quiere tener cerca”.
¿Quién quiere tener un pescado podrido en el salón de casa? Las palabras pueden ser pescados podridos que vamos repartiendo por donde vamos.
La palabra podrida es la que no cumple los requisitos que dice a continuación: “Que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”. Edificar y que los oyentes reciban la gracia de Dios.
Aportan o roban, la gente se encuentra mejor después de oírlas o peor, la gente se acerca a Dios o se aparte de Él después de oírte.
5.- El Espíritu Santo tiene sentimientos. –
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios” (V.30).
Se contrista, se entristece.
Una fuerza no siente, pero el Espíritu santo se entristece porque es una persona. Podemos entristecer al Espíritu Santo si no dejamos al viejo hombre. Hemos de cambiar para que el Espíritu Santo no se entristezca.
El Espíritu Santo a veces nos hace sentir su tristeza a pastores e intercesores para que clamemos por la gente.
6.- El Espíritu Santo nos sella. –
“Con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (V.30).
Cuando llega el Espíritu Santo a la vida de alguien, Dios deja un sello.
El sello se ponía como parte de pertenencia. Una carta con un sello pertenece al destinatario, no es para los demás. El sello indica que somos propiedad de Dios.
El Espíritu Santo es el que muestra al mundo espiritual a quien pertenecemos.
“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23 y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8:22-23).
Hay un futuro glorioso para nosotros.
7– Lista de otras cosas del viejo hombre que nos aparta de Dios: (V.31).