“El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano.
Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán” (Salmo 92:12-13).
“Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. 2 Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro” (Isaías 35:1-2).
En otoño, se caen las hojas de los árboles, todo parece que se frena, pero en primavera las flores están por todos lados, las flores producen frutos, y la vida se extiende.
Florecer es el primer paso para producir frutos.
Dios nos llama a florecer sin importar las circunstancias.
1.- Florecer en el desierto.
“El justo florecerá como la palmera” (Salmo 92:1)
En medio del desierto las palmeras florecen sin problema.
A veces Dios no quiere sacarte del desierto, no quiere sacarte del problema, sino que quiere que florezcas en él.
El discípulo florece porque esta es la voluntad de Dios y el don de estar con Dios es florecer.
Las circunstancias no impiden el florecimiento.
2.- ¿Qué es florecer?
Florecer no es estar contento ni encontrarse bien.
Florecer es dar fruto.
La flor es la parte de la planta que se convierte en fruto.
La flor es el primer paso para el fruto.
Aún en los desiertos el cristiano florece.
3.- Babilonia.
Los israelitas estaban en Babilonia deportados, llevaban alrededor de cuatro años en Babilonia.
Estaban desesperados y entonces Jeremías les escribe una carta:
“Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos que habían quedado de los que fueron transportados, y a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia” (Jeremías 29:1).
En la carta les da instrucciones de lo que tienen que hacer.
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: 5 Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. 6 Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. 7 Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jeremías 29:4-7).
Los israelitas querían salir de Babilonia, pero el profeta les dice que se tranquilicen, que edifiquen casas, que planten huertos, que se casen, que se multipliquen: ¡Que florezcan!
Dios sabía que les quedaban alrededor de 66 años en Babilonia y querían que florecieran en el exilio, en el desierto.
4.- Ser productivos.
En vez de quejarse y arrastrarse Dios les pide que sean productivos en el territorio del enemigo.
Es fácil desanimarse y dudar, pero hemos de dar lo mejor de nosotros en el lugar en que estemos.
No siempre estamos en la iglesia, muchas veces estamos en territorio enemigo, en lugares donde los conceptos del evangelio no se practican.
No se queje, sea productivo en esos lugares.
No se queje, no está solo, Dios está con usted.
Puede que usted esté en el territorio del enemigo, pero usted es propiedad de Dios.
5.- No espere la liberación.
No espere que Dios le vaya a librar de cada Babilonia por la que pase, pero si espere que Dios le va a hacer florecer en cada Babilonia en la que esté.
Usted puede brillar en la dificultad.
Usted puede florecer en la dificultad.
Lo normal es florecer en Jerusalén, lo excelente es florecer en Babilonia.
Puede ser que no sea libre de Babilonia, pero va a florecer en Babilonia.
6.- Todo está bajo control.
Los israelitas no entendían nada, además es entendible, estaban cautivos y esclavos
¿Quién puede entender esto?
Nada sucede sin el permiso de Dios, aunque no lo entendamos.
No lo entiende, pero si sabe que el favor de Dios está con usted, y que debe florecer.
7.- Viva una vida de plenitud en el problema.
“Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. 6 Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis” (V.5-6)
Haga una vida normal, como si no hubiese ningún problema, disfrute de la vida.
Multiplíquese en la situación de opresión.
Todos podemos multiplicarnos, todos podemos evangelizar, todos podemos hablar a otros de Dios.
En el problema no se queje, sea de testimonio a la gente que le rodea.
Háblele al compañero de habitación en el hospital, al médico que le atiende, a la enfermera.
Háblele al compañero de trabajo que sufre de un mal jefe junto con usted.
Multiplíquese, Dios quiere que usted florezca en el problema.
8.- Depende de usted.
Dos personas con un mismo problema pueden reaccionar de formas bien diferentes.
El problema es el mismo, pero la reacción es diferente.
La forma en que manejamos los problemas nos mostrará si estaremos secos y marchitos o floreceremos.
No importa donde se encuentre usted puede florecer.
9.- Pablo.
El apóstol Pablo escribió parte de la Biblia que usted lee ahora en la cárcel.
Él estaba preso, pero dio una palabra que ha liberado a millones de personas.
Usted tiene el ADN de Dios, usted es hijo de Dios, usted puede florecer en la cárcel o en Babilonia.
10.- Pórtese bien con los que no se portan bien.
“Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jeremías 29:7).
Busque la paz para Babilonia, orad por Babilonia.
Lo natural es pedir a Dios que caigan truenos, y que Babilonia sea destruida, pero Dios les dice que oren por la paz de Babilonia.
Hay una realidad: todos estamos exilados, la tierra (tal y como está), no es nuestro lugar.
“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (Hebreos 11:13)
Es triste ver a cristianos que viven en la tierra, no como extranjeros, sino como ciudadanos normales.
Se encuentran en este mundo como si fuera su mundo.
Nuestro reino no es de este mundo.
Sin embargo, vivimos en este mundo, oremos por él aunque seamos del cielo.
Es la gente del cielo la que está mejor preparada para orar por las cosas de la tierra.
11.- El bien de la tierra es tu bien.
“Porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jeremías 29:7).
Dios sabe que cualquier conflicto que ocurra a nuestro país, nos afecta a nosotros.
Un familiar político de Isabel vive en Alemania y está casado con una ucraniana. Esta señora tiene un hermano que vive en Ucrania, si entras en el Facebook de este hermano es totalmente cristiano, convertido al cien por cien, y cuando empezó la guerra se lo llevaron al frente, desde entonces no se sabe nada de él.
Un hermano cristiano que se vio envuelto en un conflicto bélico sin que él tuviera culpa de nada.
Ore por la tierra en la que vive, está orando por usted.
Ore por la paz en España, está usted orando por su paz.