“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:18-20).
El Señor nos da la gran comisión.
La gran comisión es la tarea que el Señor nos dejó para que la hagamos. Es decir, Él se va y nos encarga un trabajo para hacer con la ayuda del Espíritu Santo.
¿Cuál es ese trabajo? Tiene mucha relación con la visión de Dios.
Recuerden la visión de Dios:
“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos” (Apocalipsis 7:9).
Llenar el cielo de gente.
La gran comisión tiene que ver con la visión de Dios.
Si es la tarea que Dios nos manda, es importante que lo estudiemos con detenimiento, no vaya a ser que estemos haciendo cosas que Él no quiere que hagamos.
1.- La tarea la hacemos de parte de Dios.
Jesús nos comisiona, vamos en su nombre.
No nos movemos en nuestro capricho, ni según entendamos, sino que lo hacemos con la autoridad de Dios.
“Exousia”, es la palabra original que se traduce aquí como autoridad. no usa “dúnamis”.
Dunamis es el poder que realiza cosas, es la fuerza que cambia, de ahí viene la palabra dinamita.
Exousia es la autoridad que tenemos para hacer algo.
Por ejemplo, si yo soy socio de un club de futbol tengo licencia (exousia) para ir al campo, pero no tengo poder (dúnamis) para que gane mi equipo de futbol.
En un cuartel no es lo mismo pedir las cosas porque yo quiero, que decir “vengo de parte del general”.
Abarca lo material y lo espiritual, podemos edificar templos y echar demonios.
La exousia precede al dunamis.
Yo tengo exousia sobre los demonios y esto me permite utilizar el dunamis para expulsarlos.
Tengo exousia (licencia de obra) para hacer el templo, y ahora necesito dúnamis (constructores y materiales) para edificarlo.
Vamos de parte de Dios, con la licencia de Dios, con la exousia, para predicar el evangelio y hacer discípulos.
2.- ¿Cuál es la tarea que debemos hacer?
a.- Ir, hablar a otros, predicar el evangelio.
b.- Bautizar.
c.- Enseñar lo que Jesús dice.
d.- Enseñar a obedecer. No es solo enseñar, es también enseñar a obedecer.
Estas cuatro cosas es hacer discípulos.
3.- Jesús hizo discípulos.
“Y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. 11 Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron” (Lucas 5:10-11).
Le siguieron para aprender a vivir como Jesús vivía.
Recibieron instrucción teológica y ejemplo de vida.
Jesús enseño doctrina para que los discípulos la aprendieran y vivió lo que predicaba para que los discípulos aprendieran a obedecer.
4.- ¿Qué es hacer discípulos?
Es multiplicarse en otros.
Es reproducirnos en otros que hacen lo mismo que hacemos nosotros.
En la actualidad están “los influencers”, lo que ellos hacen la gente lo repiten.
Leí que en las elecciones americanas lo que dijera una cantante famosa que se votara muchas gentes iban a votar también.
Algunos influencers realizan “retos virales” y mucha gente acaba reproduciéndolos en sus vidas.
Jesús se reprodujo en sus discípulos, iba por los caminos que Jesús decía, hacían lo que Jesús decía y repetían lo que Jesús decía.
Hacer discípulos es ser “un influencer”, alguien que tiene influencia sobre otros.
Si solo imparto información soy un maestro, si vivo lo que enseño y otros aprenden de mí, entonces estoy haciendo discípulos.
5.- Hacer discípulos es tener imitadores.
Pablo tenía muy claro esto.
“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (I Corintios 11:1).
“Por tanto, os ruego que me imitéis” (I Corintios 4:16).
Podemos entonces decir que hacer discípulos es tener imitadores, que al imitarte a ti, entonces imitan a Jesús.
“Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo” (I Tesalonicenses 1:6).
Imitadores de nosotros y del Señor.
Por tanto, la gente ha de ser discípulo tuyo y del Señor.
Si usted no es discípulo no va a hacer a la gente discípulos de Cristo.
6.- Discipular implica paternidad.
“Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias” (I Corintios 4:17).
“A Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor” (I Timoteo 1:2).
Un discipulador ha de actuar como padre.
Atender al discípulo igual que un padre atiende a un hijo.
Preocuparse por él, llamarlo cuando no viene a la iglesia, orar por sus problemas, estar allí para poder apoyarlo.
7.- La iglesia es una familia.
En la familia se engendran los hijos.
Las personas reciben a Jesús (nacen espiritualmente) y luego hay que continuar con ellos (Bautizarles, enseñarles y enseñarles a obedecer), igual que un niño nace y hay que continuar con ellos, (no es darle a un bebé cien euros para que compre su comida).
8.- ¿Qué es cumplir la gran comisión?
Engendrar discípulos que también cumplen la gran comisión.
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (II Timoteo 2:2).
Para hacer discípulos es importante enseñanza y fidelidad.
Dios nos llama a reproducirnos. “Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:21). Nos reproducimos según nuestra especie.
9.- imitadores en todo.
“Por tanto, os ruego que me imitéis” (I Corintios 4:16).
Esto puede llevarnos a pensar que para hacer discípulos hay que ser perfectos.
No, ser alguien digno de imitar no es ser perfecto es ser alguien que cuando falla se arrepiente y continua para adelante.
Dios no busca discípulos perfectos: Pedro le negó, los apóstoles huyeron y le dejaron solo. Pedro y Pablo tuvieron un fuerte encontronazo.
Bernabé y Pablo: “Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre” (Hechos 15:39).
La Biblia no habla de gente perfecta, sino de discípulos que obedecen y cuando se equivocan piden perdón y continúan.
Al arrepentirnos enseñamos a nuestros discípulos a arrepentirnos.