“El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. 11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. 13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?” (Éxodo 3:9-13).
Dios llama a Moisés para que liberte a los hijos de Israel.
Este pasaje es la conversación que tiene con Moisés.
Dios le habla desde la zarza.
1.- Dios se mueve porque su pueblo ora.
“El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen” (V.9)
Cuando el pueblo ora, Dios se mueve.
Es necesario un pueblo que ore para que el mover de Dios se haga realidad en la tierra.
2.- Te enviaré a Faraón.
Dios le manda a aquella institución que le persiguió.
Dios nos va a llevar a ponernos delante de aquellos que nos persiguieron.
Dios quiere “levantar tu cabeza”.
3.- Es Dios quien te envía.
No se puede hacer frente al enemigo con nuestra voluntad y buenos deseos.
Si Dios no envía no tiene sentido que vayamos.
No vayas donde Dios no te mande.
4.- Dios no envía a batallas perdidas.
“Saques de Egipto a mi pueblo”
No pelees batallas perdidas, pero si Dios te envía no es una batalla perdida, es un éxito seguro.
Muchos han ido por su cuenta y se han estrellado, y en lo mismo aquel que fue mandado por Dios triunfó.
Si Dios te manda triunfarás donde otros fracasaron.
5.- ¿Quién soy yo?
Moisés es consciente de que él no tenía poder contra faraón.
40 años antes no sabía esto (Éxodo 2:11-12).
Dios preparó a Moisés para que fuera consciente de su imposibilidad.
a.- Nada de lo que te ocurre en la vida ha sido por casualidad.
Tus padres, tus jefes, tus enemigos, tus pastores (aún los malos), todos han colaborado con Dios para hacer de ti la persona que eres ahora.
Hay mucho malo dentro de nosotros que Dios tiene que quitar a través de experiencias positivos y negativas, para prepararte para la misión que Él tiene para ti.
b.- Cuando te sientes “nada” entonces es cuando vales para Dios.
La gente que tiene mucho de ellos no valen para ser usados por Dios.
Dios quiere romper tu orgullo y destruir tu “ego” para poder usarte.
Dios te quiere a ti, sin tu “ego”.
Agraza el trato de Dios, abraza las humillaciones que Dios permite en tu vida, son el instrumento de Dios para hacerte útil.
No tienes que “empoderarte” “es necesario que Él crezca y que tu mengües”.
6.- El requisito imprescindible: “Yo estaré contigo”.
“¿Quién soy Yo?” pregunta errónea, la pregunta correcta es ¿Quién está conmigo?
a.- Dios no está con los orgullosos “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría” (Proverbios 11:2).
b.- Si Dios está contigo, da igual todo lo demás.
La presencia de Dios es lo que nos fortalece y nos hace avanzar.
Dios contigo es la fortaleza del que no tiene otra cosa, ni él mismo.
7.- La señal de que Dios está contigo: el éxito.
“Esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte” (V.12).
a.- Éxito es que la promesa de Dios se cumple. – El propósito de Dios en el llamamiento se hace realidad “sacar al pueblo de Egipto”.
Tener éxito es que la promesa de Dios en ti, se hace realidad.
b.- El éxito tiene como meta que sirvas a Dios.
“Serviréis a Dios sobre este monte”.
Dios nos lleva a vencer para que le sirvamos, si después de obedecer a Dios no se le sirve, se ha fallado.
La meta del éxito es servir a Dios.
8.- Dios saca a Israel de Egipto para que le sirva mejor.
Dios te sacó del mundo para que le sirvas mejor.
No te enredes en trabajos y cosas que te impiden el servicio a Dios.
Dios te sacó para que le pusieras a él primero.
Mejor 300 euros menos, que hacer lo que “el dios de las riquezas” te dice.