“Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6. pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 8. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. 9. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13:3-9)
“Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: 19. Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. 20. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21. pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. 22. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 23. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” (Mateo 13:18-23)
La parábola del sembrador nos enseña la importancia de la palabra de Dios y la importancia de lo que hacemos con ella.
Algunas enseñanzas:
1.- La palabra tiene vida.- “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz” (Hebreos 4:12) “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63)
La palabra, al igual que la semilla, tiene la vida en su interior. Dentro de la semilla está la capacidad de producir una planta.
La palabra de Dios viene a nuestras vidas para darnos vida y vida abundante. No hay semilla con más capacidad de generar vida que la palabra de Dios.
Cuando alguien recibe la palabra de Dios siente que la vida del creador les llena e inunda.
2.- La palabra nos cambia.- La palabra tiene el poder de llenarte de vida, y de cambiar tu vida.
Cuando la semilla de la palabra entra en nuestras vidas produce cambios que nos llevarán a una vida abundante en fe y en presencia de Dios.
Cuando alguien acepta la palabra de Dios y la abraza, entiende que ha de seguirla. Y entonces comienzan a pasarle cosas en su vida, y se inicia el crecimiento de la semilla en su interior.
Una persona desanimada, si acepta la promesa de la palabra de Dios para su vida, recibirá el ánimo que perdió.
Una persona temerosa, si acepta lo que Dios dice sobre el poder de Dios y la protección que da a sus hijos, perderá el miedo.
3.- Junto al camino.- Oye pero no la entiende. Se pude oír la palabra de Dios y no entenderla.
No porque se hable en otro idioma, sino porque no la acepta.
Alguien pude oír “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)
Evidentemente que comprende que Dios envió a su hijo para salvarnos, su mente entiende el mensaje, pero si no acepta al Señor, no entiende en realidad lo que Dios quiere decirle.
Entender no es tener un conocimiento intelectual, es aceptar en nuestra vida sus órdenes y consejos.
Cuando no se acepta la palabra de Dios, el diablo viene a quitar cualquier resto que puede haber de ella.
4.- Entre piedras.- Este tipo de campo representa a las personas que entienden la palabra al principio, incluso la oyen con gozo.
La palabra tiene efectos en sus vidas. Sus vidas cambian y van contándole a todo el mundo lo que Dios hizo con ellos. Algunos vienen a la iglesia gracias al testimonio de esta persona.
Sin embargo cuando se inicia el crecimiento en la vida cristiana comienza a encontrarse con obstáculos.
Las aflicciones forman parte de la vida, también de la cristiana.
Obedecer a Dios conlleva críticas, rechazo, y en algunos casos incluso persecución.
Cuando la cosa se les pone fea son gente que dejan de comprometerse.
Hemos de entender que la gente ataca lo que no entiende.
Si alguien se convierte habrá gente que lo verá como una amenaza, y otros que aún con buena intención, pensarán que lo mejor que pueden hacer es hacer todo lo posible para que dejes de servir a Dios.
5.- Entre espinos.- A este no le atacan los demás, se ataca él solo.
Dios le dice que hay cosas en su vida que no están bien, y al no querer cambiar el efecto de crecimiento de la palabra de Dios se detiene en su vida.
Son personas emotivas que se alegra con lo que Dios hace, pero que no quieren obedecer.
Estas personas o bien dejan los caminos de Dios o van dando vueltas de iglesia en iglesia sin comprometerse.
Obedecer a Dios conlleva pagar un precio, a veces incluso pérdida de trabajo (Hermana que trabajaba en un prostíbulo)
Reciben la palabra y se dan cuenta que tienen que renunciar a cosas para servir al Señor (Caso de Denny)
Hay ocupaciones en las cosas de este tiempo, que nos dan tanto trabajo que nos quitan del servicio a Dios.
a.- Afán de este siglo.- Preocuparnos del mundo.
b.- Engaño de las riquezas.- Ganar más dinero del que necesitan.
He visto a hermanos que se han ido a otra ciudad teniendo trabajo aquí, tan solo para ganar más dinero.
Cuando uno se envuelve en las cosas de este mundo y deja de mirar a Dios, dice la Biblia que la palabra se vuelve infructuosa.
La palabra tiene la capacidad de producir vida y dar fruto, pero con el engaño de las riquezas queda anulada.
La semilla que da vida, queda esterilizada, y al final es como si se hubiese sembrado piedras o cristales.
6.- Buena tierra.-
Oye y entiende.- Aceptan la palabra de Dios y la obedecen aplicándosela a su vida.
Da fruto.- La palabra se activa en su interior, la obediencia abre la puerta a la bendición de Dios.
El fruto se manifiesta de dentro a fuera.
La bendición parte del interior y con el tiempo todos pueden observarlo y disfrutarlo.
7.- 30, 60, 100 %.- No todos producen la misma cantidad de fruto, pero todos producen fruto.
Si aceptamos lo que Dios dice y le obedecemos vamos a dar fruto, pero no todos vamos a dar la misma cantidad de fruto, esto depende de otros muchos factores, pero lo importante es que demos fruto.
No midamos a la gente por la cantidad de fruto, miremos solo si da fruto.
No se compare con los que dan más fruto, tal vez Dios le puso a dar un 30%.
8.- El sembrador siembra.- Todos tenemos esa palabra de Dios que cambia vidas, todos podemos predicar el evangelio.
Todos somos sembradores, nuestra misión es sembrar, hemos de ir sembrando la palabra de Dios por todos los lugares donde Dios nos ponga.
A veces caerán en el camino, otras veces entre piedras, otras veces entre espinos, pero sabemos que cuando la palabra de Dios cae en buen camino el fruto va a aparecer.
La responsabilidad del sembrador es sembrar, del que recibe la semilla es responsable de aceptarla y obedecerla.
El fruto está asegurado en aquellos que aceptan la palabra y la obedecen.