Encuentro junto al pozo.

“Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. 7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. 10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. 16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. 27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (Juan 4:6-29).

 

Judíos y samaritanos no se llevan bien, por décadas habían discutiendo hasta el punto de que los judíos, para ir de Judea a Galilea, no pasaban por Samaria, sino que daban un gran rodeo.

Jesús, al dirigirse a Samaria, cruza intencionalmente esta frontera, desafiando las normas sociales y religiosas de su tiempo.

 

1.- Encuentro con “los otros”.

“La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí” (V.9).

Es normal que en el corazón humano se haga la división de “nosotros y los otros”, nosotros somos los buenos, los guapos, los estupendos, los sabios, los que tenemos razón, y los “otros” todo lo contrario.

Jesús viene a romper esto, el mensaje de Jesús es universal, el no vino a escoger entre unos y otros, sino a predicar el evangelio de la salvación a toda criatura.

No hay distinción entre los seres humanos, todos pueden llegar al conocimiento de Jesús.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

 

2.- Encuentro con la necesidad.

“Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. 7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber” (V.6-7).

Todos necesitamos beber, sin agua no podemos vivir, si ha pasado mucha sed en verano y sin líquido, sabe de que le hablo.

Jesús tenía sed, hacía calor y era mediodía, Jesús usa su necesidad, para hablar con la samaritana.

Las necesidades, las nuestras y las de los otros, son trampolines para predicar el evangelio. (Hospital, crisis económica, etc.).

Tus problemas no son el impedimento para predicar, son las puertas para que prediques.

 

3.- Evangelismo en movimiento.

Jesús no esperaba a tener una campaña para evangelizar, él lo hacía mientras vivía.

Cualquier situación era buena para compartir el evangelio.

He conocido a personas que, vayan por donde vayan, comparten el evangelio con otros.

Hermana Emilia y las naranjas agrias.

En el autobús, en la escuela, en el trabajo, con los familiares, en cada momento predican.

Practican el evangelismo en movimiento, por cierto, este es el mejor evangelismo.

No todos se convierten, pero saben aprovechar los encuentros de Dios.

 

4.- Una marginada.

La gente iba a buscar agua por la mañana, cuando hace fresquito, pero esta mujer va al mediodía, la hora de más calor, cuando no va a encontrarse con nadie.

Era una roba maridos, ninguna mujer quería estar cerca de ella, para muchas había tonteado con su esposo, para otras había pecado con su esposo, muchas la veían como una enemiga, y socialmente estaba mal vista.

Al medio día, en pleno calor, lo iba a pasar mal cargando el agua, pero prefería eso a escuchar las críticas de los demás. Era la hora en la que iban a por agua las mujeres de mala fama.

Jesús, al entablar una conversación con ella, desafía las normas sociales y religiosas de su tiempo, no solo por ser samaritana, sino por ser una mujer con ese estilo de vida.

 

4.- El agua viva.

Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (V.10-14).

El pozo daba agua que satisface la sed, se llevaba el agua a su casa en un cántaro, pero por la mañana ya no había agua y tenía que volver al pozo a por más.

En contraste, el agua viva que ofrece Jesús es un regalo que sacia la sed más profunda del alma.

Jesús le habla de un agua viva. Este concepto aparece en varias partes de la Biblia.

 

Juan 7:38: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.

Jeremías 17:13: “Oh Señor, esperanza de Israel, todos los que te abandonan serán avergonzados. Los que se desvían de ti en la tierra serán anotados, porque abandonaron al Señor, fuente de agua viva”.

Zacarías 14:8-9: “Y en aquel día fluirán de Jerusalén aguas vivas…”.

 

Es una forma de definir la vida que todos recibimos cuando aceptamos a Dios como Señor de nuestras vidas.

Todos los seres humanos buscan una vida plena, unos en el dinero, otros en la filosofía, otros en el ocultismo, otros en la política, otros en el arte, esto es como la sed, tienen sed en un mundo sin agua o con agua corrompida, quieren vida, pero encuentran muerte.

Lo único que sacia la sed del ser humano es el agua de nuestro Señor, su vida, su agua viva.

 

5.- Salto de lo material a lo espiritual.

La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla” (V.15).

Cuando el Señor le habla de un agua, que no hay que venir a sacarla al pozo, la mujer se pone feliz y le pide que le dé de esa agua que con solo beber una vez es suficiente.

Ahora con los grifos en las casas no nos imaginamos la trabajera que era ir a buscar agua.

Pero ella no entendía lo que el Señor le decía, solo pensaba en el agua física, pero el Señor estaba preparando la transición para explicarle principios espirituales.

Cualquier cosa natural puede ser la puerta para predicar las verdades eternas del evangelio.

El frio del invierno, el calor del verano, el cansancio del trabajo, una rueda pinchada, etc.

 

6.- Verdadero profeta.

“Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta” (V.16-19).

Jesús profetizaba de manera exacta, le cuenta su vida a la samaritana, hasta el punto que ella dice “me parece que tú eres profeta”.

Primero le habla de teología, y ahora, le muestra a través de profecías quien era.

La señal del verdadero profeta es que se cumplen las profecías.

Dios no solo nos da teorías, sino que entra en nosotros, nos cambia la vida y nos transforma.

Conocer a Jesús, es tener una experiencia de transformación y cambio.

 

7.- Toda la vida peleándose y ninguno tenía razón.

“Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre” (V.20-21).

La religión despista en vez de acercar a Dios, judíos y samaritanos llevaban siglos peleándose por el lugar de adoración y ningún sitio era el correcto.

Jesús vino a traer una adoración espiritual.

El agua física, el templo físico es cambiado por el agua espiritual, por la adoración en el espíritu.

Solo conociendo a Jesús, podemos entrar en la verdadera adoración.

“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas” (Hechos 17:24).

 

8.- Jesús se identifica.

“Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo” (v.25).

La mujer samaritana, al igual que los judíos de su tiempo, esperaban la venida del Mesías, el enviado de Dios para salvar a Israel.

Ella sabía que cuando el Mesías viniera revelaría verdades espirituales.

“Yo soy”, la respuesta de Jesús es contundente, Él no andaba con rodeos, el Señor es claro y se identifica como lo que es.

Identifíquese como quien es usted, todos en mi trabajo sabían quién era yo, algunos me llamaban “el curita”, sabían quién era, para algunos motivo de burlas, otros me respetaban, la directora del colegio llegó a decirle a una compañera “es muy buena persona”.

Da igual lo que piensen, la gente tiene que saber quién eres.

 

 

 

9.- La mejor predicación, el testimonio.

“Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (V.28-29).

Contar lo que Dios ha hecho contigo es la mejor manera de testificar del poder de Dios.

Lectura de la Biblia, oración y testimonio.

Solo leer la Biblia y orar, hace de la gente religiosos fríos, sin la vida de Dios.

Cuando predicas, cuando compartes el evangelio, esa agua que Dios te dio se activa y te hace vivir la vida cristiana plena.

Cristianos vivos son aquellos que incluyen la predicación a sus vidas, que practican el evangelismo en movimiento.

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