La impaciencia

“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? 3 ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. 4 Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia” (Habacuc 1:2-4).

 

“Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. 2 Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. 3 Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará” (Habacuc 2:1-3).

 

Habacuc fue un profeta que vivió en Judá en el siglo VII antes de Cristo.

Durante su vida hubo una gran inestabilidad política y había una amenaza de invasión de las naciones vecinas, en especial Babilonia.

Habacuc mira la situación en la que se encuentra y expone sus dudas y preocupación a Dios.

 

1.- Siente que Dios no le oye.

“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás” (V.2)

El mundo gritaba tan alto la injusticia, que Habacuc piensa que Dios está mirando para otro lado.

A veces vemos los noticieros y pareciera que Dios no tiene poder.

A veces nos sentimos igual que se sentía Habacuc.

 

2.- Expone su queja a Dios.

Es frecuente que la gente se equivoque en cuanto a donde dirigir las quejas.

Nos encontramos a personas que van quejándose a todo el mundo y por tanto creando un ambiente incómodo e irrespirable.

La queja crea ansiedad, desasosiego e incomodidad en los que oyen, por esto el profeta se dirige a Dios y expone sus quejas a Él.

Aprenda a quejarse a Dios, le aseguro que le va a entender y ayudar.

 

3.- Dios le dice que espere.

Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará” (V.2:3).

Cuando oramos Dios responde de tres maneras: Sí, no y espera.

No siempre las contestaciones son respondidas al instante, a veces Dios quiere que tengas paciencia.

 

3.- Descansa en la espera.

“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9).

Puedes descansar, has de descansar, entra en el reposo de Dios.

Cuando Dios no contesta no te impacientes, descansa en Dios, queda un reposo para tu vida.

Entre en el reposo de Dios, Él le ama y le tiene en la palma de sus manos, usted es su hijo y le ama.

Lo que Dios prometió, lo cumplirá.

 

4.- Dios tiene sus planes.

Dios a veces permite que pasemos por momentos difíciles para hacernos mejores.

No te impacientes, continúa confiando, porque cuando llegue el momento Dios responderá y dará el salto.

Moisés estuvo cuarenta años en el desierto, pareciera que su vida había acabado, pero después de 40 años, de pronto la zarza arde y no se consume y Moisés es convertido en el libertador de Israel.

Dios no se equivoca, pero tiene sus tiempos y estos no siempre son los nuestros.

 

5.- Fieles en la espera.

Seamos fieles a Dios en el periodo existente entre lo que pides y la respuesta.

Algunos se desesperan y cambian a Jesús por 30 monedas de plata ¿para que seguir, si no pasa nada?

Sea fiel, no se impaciente, Dios ha preparado soluciones maravillosas para los problemas de nuestra vida, solo tiene que esperar en fidelidad, al final Dios responderá.

 

6.- Nuestra inmadurez.

A veces Dios no nos da las cosas que pedimos al instante porque no estamos listos, no estamos preparados.

Dios nos está fortaleciendo para que cuando nos llegue la bendición podamos enfrentarla.

 

7.- Caso de Israel.

Israel sale de Egipto y podría haber llegado rápido a la tierra prometida, pero Dios lo tiene 40 años dando vueltas a una montaña (monte Sinaí).

Israel había sido liberado, pero no estaba preparado para conquistar la tierra prometida.

Necesito 40 años de trato de Dios en el desierto para hacer de Israel un ejército capaz de entrar de manera victoriosa en la tierra que fluía leche y miel.

Dios sabe lo que hace, Él tiene los tiempos exactos.

 

8.- La impaciencia estropea la bendición.

Si vamos con prisa al final las cosas acabarán mal.

“Vístete despacio cuando tengas prisa”.

La esposa dijo al marido: “Cariño, tenemos mucha prisa, por favor no tomes ningún atajo”.

La semilla precisa su tiempo en la oscuridad y la humedad para germinar (de niños sacábamos las semillas).

 

9.- Dios te quiere preparar.

Si Dios te llama a algo, Él proveerá para que eso se realice.

Confía en Dios, descansa en Dios, no tengas prisa, tarde o temprano Dios va a hacer lo que prometió.

“Espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”.

 

10.- Los tiempos son importantes.

Se puede hacer lo correcto en el momento incorrecto y se perderá lo mejor de Dios.

A veces Dios retrasa sus promesas porque quiere que maduremos.

 

11.- No manipules.

La gente se siente tentada a hacer cosas para que se haga realidad lo que buscan.

“Hago esto aquí, le digo esto a este, me alío con el otro, y así logro lo que quiero”.

Esto no solo pasa en el mundo, también a veces entre cristianos.

Hay gente que está en autoridad no porque Dios los puso, sino porque manipuló la situación para al final colocarse él.

 

12.- La manipulación es incredulidad.

Manipular las situaciones es no creer que Dios puede hacerlo.

Si Dios quiere va a hacerlo en el momento correcto y de la mejor manera.

Cuando manipulas y tú por tus medios logras las cosas, estás donde querías, pero tu fe mengua.

Cuando ves a Dios actuar tu fe crece porque entiendes que Dios lo hizo, que está contigo y que tienes el respaldo de Dios.

Deje que Dios actúe y será feliz al ver su milagro.

 

13.- La batalla es de Dios.

“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10).

La batalla no es nuestra, es del Señor. Si actuamos, Él va a dar pasos atrás y no va a actuar.

Lo que nosotros edificamos tiene un valor muy limitado, lo que Dios hace tiene valor eterno.

Usted se puede equivocar en la meta, en los tiempos, en el propósito, en todo, pero Dios no.

Confíe en Dios, en su plan y en sus tiempos.

14.- Habacuc entiende.

El libro de Habacuc acaba con una declaración tremenda de fe.

 “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; 18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. 19 Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar” (Habacuc 3:17-19).

Habacuc entiende paciencia, entiende que la impaciencia no lleva a ningún lado, entiende que si se confía en Dios, aunque no se vea nada, el resultado es bendición.

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