La paternidad de Dios

 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:14-16).

 

En una ocasión, unos hermanos salieron a evangelizar, le hablaron del Señor a un muchacho, hasta que le dijeron que Dios es nuestro padre.

 

La imagen de padre está distorsionada en muchas personas porque han tenido malos padres: egoístas, maltratadores, ausentes, borrachos, infieles, algunos solo quieren a sus hijos para que les cuiden cuando son mayores, etc.

Todos estos comportamientos crean en la mente de los hijos la idea de lo contrario de lo que debe ser un padre.

Los niños toman la primera impresión de Dios a través de sus padres.

 

1.- La relación de Dios con el creyente es la de Padre a Hijo.

«Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios» (Juan 1:12).

 

«Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo» (Gálatas 4:6-7).

2.- Padre es uno de los títulos de Dios.

Jesús vino a mostrarnos esta parte de Dios.

Jesús nos viene a mostrar a Dios como Padre.

 

Hay 15 referencias en el Antiguo Testamento de Dios como Padre, y 250 en el Nuevo Testamento.

Jesús continuamente, cuando habla con Dios o de Dios no le dice Jehová, le dice Padre.

 

Mis hijos no me dicen pastor, si lo hicieran sonaría ridículo, ellos me dicen papa, por eso Jesús no le dice a Dios “Jehová de los ejércitos”.

 

“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27).

 

Jesús viene a revelarnos al Padre.

 

3.- Jesús vino a revelar el aspecto de Dios que es la paternidad.

En el antiguo Testamento se nos presenta a Dios como muchas cosas, pero destaca la posición de Juez.

En el nuevo Testamento se nos presenta a Dios como Padre.

 

Esto fue tan patente que a Jesús lo mataron por decir que Jesús era su padre.

 

 “Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios” (Juan 19:7).

 

4.- La paternidad da acceso a la santidad.

 “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9).

Después de reconocer a Dios como Padre “Padre nuestro”, se entra en “santificado sea tu nombre”.

Solo los hijos pueden entrar en la santidad de Dios.

Ser hijo, nos hace aceptos a aquel que es tres veces santo.

 

5.- La paternidad da acceso a las bendiciones de Dios.

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:9-11).

La provisión de Dios se desprende de su paternidad.

 

«Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?» (Mateo 6:26).

 

Dios se compromete a suplir nuestras necesidades, de una forma superior a la que la hicieron nuestros padres.

 

6.- La paternidad da acceso a la confianza en Dios.

Es un llamado a vivir sin miedo y con seguridad, sabiendo que estamos bajo el cuidado y el amor de Dios.

 

“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17).

 

La paternidad de Dios da seguridad, identidad y autoestima, ya que los hijos de Dios saben que son amados y valorados por Él.

 

7.- La paternidad da acceso a la comunicación con Dios.

“A los que le pidan?” (Mateo 7:11).

Dios quiere comunicarse con nosotros, y esto se desprende de que somos hijos.

 

“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. 2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Lucas 11:1-2).

 

Cuando el Señor enseña a orar a los discípulos les dice que le digan Padre.

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