Lucha, obras de la carne y fruto del Espíritu Santo (tercera parte)

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:16-22).

 

7.- Herejías, envidias y homicidios.

Herejías: “Jairesis” significa herejía en el sentido de división de crear otro grupo.

Se traduce herejía porque es habitual que el que causa división argumente opiniones doctrinales diferentes a lo que se profese en el lugar del que sale.

El énfasis se encuentra más en el hecho de la separación que en el asunto doctrinal.

Normalmente detrás de una división argumentada teológicamente existe una obra de la carne que tiende a buscar lo “suyo propio”, a no entender el reino de Dios.

En realidad, en la gran mayoría de los casos el problema teológico es la excusa en la que se apoyan los que no entienden el reino de Dios y se mueven en la carne para provocar división.

 

Envidias: Según la RAE: “Tristeza o pesar por el bien ajeno”.

La envidia produce agresividad, ya que el envidioso se siente frustrado ante los éxitos ajenos.

Es normal que las personas envidiosas acaben haciendo una división en la iglesia; es decir que el fruto de la carne de la envidia produce otro fruto de la carne que es la Herejía, la división.

La envidia produce una profunda insatisfacción y genera queja, nos lleva a una situación deplorable que nos va destruyendo casi sin darnos cuenta.

El envidioso no disfruta de la vida, sino que sufre por la vida de otro.

“La envidia es una declaración de inferioridad” (Napoleón Bonaparte).

Cuando la envidia se dispara puede llegar a matar a alguien, por eso pone como obra de la carne el homicidio, como le pasó a Caín con Abel.

No todos tenemos lo mismo, Dios distribuye los dones, por eso desear lo que los demás poseen no da la felicidad.

La felicidad viene de alegrarse de lo que uno posee, y “dar gracias en todo”, Esta es la cura de la palabra de Dios a la envidia.

En vez de desear lo que tienen otros, demos gracias a Dios por lo que tenemos nosotros.

 

Fe y mansedumbre:

Fe: “Pistis” En este contexto fe no es un don para obrar cosas extraordinarias, sino que es fe en el sentido de fidelidad. “¿Quién es el mayordomo fiel y prudente?” (Lucas 12:42) aquí usa la misma palabra.

Es la fe de alguien que sabe donde está, donde Dios le puso y no causa daño porque conoce su ubicación y entiende que Dios es el que pone y quita, por tanto, si Dios da a otro sintámonos contentos porque esto indica que también nos lo puede dar a nosotros.

Cuando Dios hace un milagro con otro tu fe crece y tu fidelidad aumenta porque ves que la mano de Dios está dispuesta a obrar.

Frente a las obras de la carne de la herejía, la división y la envidia el Espíritu Santo da el fruto de la fidelidad a los hombres y a la iglesia en la que Dios le puso.

Mansedumbre: “Dulzura, apacibilidad, humildad”. No somos tan importantes, no nos creamos superiores.

El reino de Dios lo heredan los que entran en el orden de Dios.

Una persona con mansedumbre no va a provocar ni divisiones ni tendrá envidia que lleva a hacer cosas malas.

 

8.- Borracheras y orgías.

Borracheras: Poco hay que explicar de esto, todos sabemos lo que es emborracharse, todos hemos visto a gente borracha.

Las fiestas del mundo acaban frecuentemente en borracheras.

La gente no entiende la diversión sin exceso de alcohol.

Beber produce descontrol, se pierde la voluntad, la gente hace cosa que sin estar borracho nunca haría.

El alcoholismo es una obra de la carne que destruye el cuerpo, la familia, el trabajo, las esperanza y el futuro para el que cae en esta obra de la carne.

 

Orgías: “Komos”: “Desenfreno”. Esta palabra apunta por un lado al desenfreno sexual, donde la gente se hace adicta al sexo buscando nuevas experiencias que al final produce una sensación de estar vacío y de perder sentido a la vida.

Y también apunta a la glotonería, la adicción a la comida, el desenfreno alimentario, comer en exceso es una obra de la carne.

Los cristianos debemos comer, esto es inevitable, pero no hemos de dejar que la comida nos controle.

La glotonería es una obra de la carne, no viene del Espíritu Santo, un cristiano de debe dejarse llevar por esta obra de la carne.

 

Dominio propio: “Templanza, apacibilidad, humildad”.

Mientras el desenfreno, el no tener control ni a nivel sexual ni en la comida es una obra de la carne que produce daño.

El fruto del Espíritu Santo es dominio propio, podemos vencer estas cosas que nos destruyen gracias al fruto del Espíritu Santo en nosotros.

 

9.- Cosas semejantes a estas:

El apóstol trata de dar una lista detallada de las obras de la carne, pero es consciente de que se le puede escapar alguna y esto puede ser usado por gente que se mueve en otra obra de la carne: El literalismo.

Literalismo: Es querer pecar y buscar la manera de retorcer la Biblia buscando los huecos para pecar pensando que “Como no viene en la Biblia está bien” “Aquí no pone eso”.

 

10.- Practicar.

“Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.

Practicar es hacer algo de forma reiterativa, no es hacer algo una vez y arrepentirse, es estar atado a esto y viven sin conciencia de pecado.

El cristiano comete pecado, pero no vive en pecado.

El reino de Dios se esfuma de la vida de aquellos que viven en la carne y practican las cosas de la carne.

El Espíritu Santo vienen a nosotros para que podamos vivir una vida exitosa para bien nuestro, de los que nos rodean y de la obra de Dios.

 

11.- Las obras, y el fruto.

El Señor tiene solución para cada una de las obras de la carne y esta solución es el fruto del Espíritu Santo.

¿Por qué se habla de obras de la carne (muchas) y de un solo fruto del Espíritu Santo?

El fruto del Espíritu Santo se manifiesta en unidad. Cuando alguien está lleno del Espíritu Santo el fruto sale sin importar a que obra de la carne se refiera.

La llenura del Espíritu Santo nos capacita para vencer cualquier obra de la carne, porque cuando llega nos capacita para vencer en cualquier contexto.

Al igual que un árbol tarda en crecer y dar frutos, con el Espíritu Santo pasa igual, el fruto del Espíritu Santo solo lo dan la gente madura. Los dones son instantáneos, pero el fruto requiere madurez.

La gente inmadura no manifiestan el fruto del Espíritu Santo, precisan crecer y madurar en Dios.

La llenura del Espíritu Santo vuelve maduros a gente  que lleva dos días en la iglesia y las obras de la carne vuelven inmaduros a gente que lleva 20 años.

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