“Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. 11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? 12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. 13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar. 14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. 15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. 16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios. 17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales” (Éxodo 4:10-17).
Estos textos que hemos leído desde el versículo uno del capítulo tres de Éxodo es el momento de las revelaciones de Dios y de las objeciones de Moisés.
1.- Revelación contra objeción.
Moisés saca una objeción por cada una de las revelaciones de Dios.
Es difícil creer, pero es necesario creer.
Dios va a desmontarnos las objeciones con más revelaciones.
La revelación de Dios es:
a.- Un reto: Antes estaba tranquilo.
b.- Un generador de dudas: Sobre Dios, sobre la gente y sobre uno mismo.
c.- Un productor de temores: Vemos todos los peligros, aún los que no hay.
d.- Un recordador de todos nuestros errores del pasado: Nuestros errores de ayer nos gritan hoy para decirnos que no podemos hacer las cosas.
2- Dificultad para hablar.
La objeción que pone aquí tiene que ver con su oratoria, algunos dicen que era tartamudo.
Moisés no ve la promesa, ve sus imposibilidades.
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).
3.- Torpe pero poderoso.
“Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras” (Hechos 7:22).
Cuando uno dice lo que Dios quiere decir, se puede ser torpe y poderoso a la vez.
Dios busca a torpes para hacerlos poderosos.
Nuestro poder está en Dios no en nosotros.
4.- “Yo te enseñaré” (V.12).
Moisés empieza de nuevo, tiene que aprender otra vez. Lo que sabía no vale, Dios te tiene que enseñar, y tú tienes que aprender.
La iglesia es el lugar donde aprendemos lo que de verdad es preciso aprender.
Abre tu corazón y Dios te enseñará.
Los que no quieren aprender no llegan a ningún lado.
5.- Dios se enoja.
Hay un momento en el que Dios va a detener las objeciones de Moisés.
- Gente que se le dice algo y después de decir sí, vienen con otra cosa.
- Hay que pararlos, hay que decir basta porque si continua con las objeciones no va a llegar a ningún lado.
6.- Colaboración.
Dios habla a Moisés de Aarón.
Lo que Moisés no tenía lo tenía Aarón.
Estamos para complementarnos, Dios no formó a uno solo, creó la iglesia, todos nos apoyamos los unos a los otros, nos necesitamos.
La obra de Dios no la hace un hombre, la hace la iglesia.
Lo que uno no tiene lo aporta otro.
Dios puso a mi lado a gente de fe que está dispuesta a hacer la obra de Dios.
¿Qué hubiese hecho Moisés sin Aarón, o sin los 70 que estuvieron juzgando?
Dios primero da visión y luego levanta el equipo.
7.- Dios conoce a ese equipo.
“No conozco yo a tu hermano Aarón” (V.14).
Dios conoce el equipo, tu solo obedece y ya Dios te arrimará a aquellos que ya conoce para que estén contigo.
8.- “El hablará por ti al pueblo” (V.16).
Autoridad. – La iglesia precisa autoridad y también autoridad delegada.
La gente que está en autoridad en la iglesia son los que Dios ha puesto para organizar la iglesia, reconozcámoslos.
9.- Tú toma la vara.
Tu haz aquello para lo que Dios te ha llamado, ungido y capacitado y deja que los demás hagan lo que tienen que hacer.
Todos tenemos un lugar en el cuerpo de Cristo, entendamos cual es y aceptemos la autoridad que Dios pone sobre nosotros.