“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:16-20)
Si alguien se va a otro lugar, y reúne a su gente, les va a dar instrucciones precisas de lo que desea que ocurra mientras él no está.
Algo así es lo que ocurre aquí, Jesús se traslada a los lugares celestiales, y quiere dejar bien claro a los discípulos cuales son las directrices que han de tener en esta nueva etapa.
1.- Dios ubica a los discípulos.- Jesús es asesinado en Jerusalén, enterrado en Jerusalén, resucita en Jerusalén, pero cuando va a despedirse los cita a 126 km de Jerusalén, en un monte.
Jerusalén fue el lugar de la muerte de Jesús, también predicó, pero fue poco. El lugar de discipulado y enseñanza fue Galilea.
El sermón del monte, y muchísimas enseñanzas se dieron en Galilea.
El Señor quiere quitarlos del lugar del sufrimiento y llevarlos al lugar de la enseñanza.
Quiere quitarlos del contexto que evocaba dolor y llevarlos al lugar donde habían recibido la palabra que les hacía libres.
Dios es un Dios de orden, y nos quiere ubicar en la vida. El quiere que estemos centrados.
2.- Unos adoran y otros dudan.- Esto es normal, en una situación de victoria y gloria siempre va ha haber personas que se resisten a la evidencia.
Somos humanos, si los discípulos pasaron por esto, ninguno de nosotros está exento de pasar por situaciones similares.
Lo peor de la duda no es tenerla, es mantenerse en ella.
La duda es mala cuando frena la entrada de la verdad de Dios.
El cerebro humano es frágil y puede dudar, pero hay que aprender a renovar nuestra mente en lo de Dios.
3.- Jesús se acercó.- No les condenó, no les puso la zancadilla, sino que cuando dudaron se acercó.
Él se acerca a pesar de nuestros problemas y debilidades.
Él es un Dios cercano que quiere estar cerca de nosotros.
4.- Toda potestad me es dada.- La palabra griega que se traduce como potestad es “exousia” que se refiere a la autoridad delegada. La autoridad que viene del encargo del Padre.
Jesús es el jefe y tiene autoridad, Él es el jefe del cielo y de la tierra.
Todo es ordenado y coordinado por Jesús.
Él manda en la iglesia (tierra) y manda en los ángeles (cielo). Esa es su función en estos momentos gobernar.
Otra palabra que se traduce como poder es “dunamis”, que se refiere al poder inherente.
Un coche tiene el “dunamis” de ir a 100/hora, pero un policía tiene la “esousia” de parar ese coche.
Cuando recibes el Espíritu Santo (Hch. 1:8) recibes el poder “dunamis”, pero hemos de someterlo a la autoridad “exousia” de Jesús.
5.- Mandatos.- Id, hacer discípulos en todas las naciones, bautizarlos y enseñarles que guarden.
a) Ir.- La iglesia tiene que ir. Qué bueno que haya gente que viene sola, pero el plan de Dios es tener una iglesia que habla a otros de Jesús.
b) Hacer discípulos.- No basta con evangelizar, hay que discipular, formar a la gente.
Jesús antes les decía que fueran solo a Israel, pero ahora no, el evangelio está abierto para todas las naciones.
c) bautizándolos.- El bautismo es la declaración del que ha oído de Jesús y ha sido discipulado en la que dice que está de acuerdo y acepta continuar con Jesús.
El bautismo es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, toda la trinidad está involucrada en la salvación de las almas y la extensión de la iglesia.
d.- Enseñándoles que guarden.- La meta no es llenar la cabeza de datos es aprender obediencia.
6.- No estamos solo.- “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
La presencia de Dios nos acompaña.
Es maravilloso vivir en la presencia de Dios.
Cuando el profeta Ezequiel describe la nueva Jerusalén restaurada por Dios le llama Jehová-Sama “Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama” (48:35)
Jehová-sama significa: Dios está aquí
Dios está aquí es la identidad del hijo de Dios.
La presencia de Dios lo cambia todo.
Busquemos y vivamos en la presencia de Dios.