“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:1-5).
El evangelio de Juan fue escrito en el 90 D.C., y es especial, ya que se aleja de los otros tres (sinópticos), ya que se sale de lo meramente histórico para profundizar en lo místico y espiritual.
Tiene muchos pasajes que no están en los otros tres evangelios.
Prólogo.- “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:1-4).
Todo fue originado por Jesús, y Él es Dios.
Todo el resto del evangelio es un desarrollo de estos dos principios.
Dos características del evangelio de Juan
1.- No dice milagros (Dunamei), sino que dice señales (Semeion).- Señales, porque señalan a Dios.
“Cuando el sabio apunta a la luna, el tonto mira el dedo” (Proverbio oriental)
Juan no quiere que nos quedemos en el milagro, sino en aquel al que el milagro apunta.
2.- Utiliza “Los siete yo soy”.- “El pan de vida” (Juan 6:35), “la luz del mundo (8:12), “la puerta” (10:9), “el buen pastor” (10:11), “la resurrección y la vida” (25:26), “el camino, la verdad y la vida” (14:6), “la vid verdadera” (15:5).
Apunta al nombre de Dios: “Yo soy el que soy”
Juan con “los siete yo soy” nos señala la deidad del Señor.
3.- “Yo soy la vid” (V.1).- Diciendo este último “Yo soy”, está golpeando toda la teología judía.
“Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. 2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres” “Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor” (Isaías 5:1-2, 7).
Esta viña representa al pueblo judío, y ahora Jesús nos dice, que la vid es Él mismo.
El pueblo de Israel no produjo fruto, y Dios levanta una nueva viña, que si da frutos.
4.- “Verdadera”.- Lo demás no lo es.
No busque otras vides, no se injerte en otros árboles, solo Jesús es el verdadero.
Juan utiliza esta palabra 9 veces en su evangelio, mientras que en los otros tres juntos se usa una sola vez.
La palabra “verdad” la usa Juan 25 veces, mientras que en los otros tres juntos se usan solo siete veces.
Juan tiene la intención de dirigirnos a la verdad y al verdadero. Esto es debido a la aparición de sectas en aquel tiempo, que desviaban la fe de los cristianos.
Este evangelio tiene la motivación del Espíritu Santo de redirigir a la gente al origen, a Cristo Jesús, el verdadero y a la verdad.
En un mundo de relativismo, donde todo da igual, el evangelio nos lleva a la verdad y al verdadero.
5.- “Mi padre es el labrador”.- Otra palabra que Juan utiliza mucho es “Padre”, esta palabra la usan todos los evangelistas (Mateo 64, Marcos 18, Lucas 56) pero Juan la utiliza 137 veces.
Así que la visión de un Dios como Padre se encuentra en los cuatro evangelios, pero en el de Juan mucho más.
Jesús depende del padre, y sabe que Dios Padre actúa y prepara las cosas.
Jesús vino a dar gloria al Padre.
El Espíritu Santo vino para dar gloria al Hijo.
6.- El fruto verdadero viene de la conexión con Jesús.- “Todo pámpano que en mí no lleva fruto”.
Si el fruto no viene de Jesús es quitado el pámpano.
Muchos tienen fruto extraño, ese no vale.
El único fruto verdadero viene de estar en comunión con Jesús.
7.- Hay que mejorar.- “lo limpiará para que lleve más fruto”.- No vale solo con dar fruto, hay que dar fruto abundante, y para eso está la limpieza de Dios.
8.- La limpieza viene de la palabra.- Métanse en la palabra, medítenla, estúdienla, memorícenla, y las consecuencias serán más y mejor fruto.
La palabra corta, poda, pero mejora.
Duele, pero nos hace llevar mejor fruto para Dios.
9.- La vida viene de estar con Jesús.- “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (V.4-5).
Donde se no se levanta a Cristo, desaparece la vida de Dios, y aparece la religiosidad.
Todos podemos caer en este peligro, solo apártate del Señor Jesús, y te convertirás en un religioso de cumplimiento “cumplo y miento”.
La vida de Dios solo viene de la comunión con Jesús.
La conexión con la vid nos transmita su vida, su savia, que corre dentro nuestro.
El cristiano no tiene vida propia, es la vida de Jesús recorriendo nuestro interior.