“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. 14 Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros. 15 Mas os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia que de Dios me es dada 16 para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. 17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. 18 Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, 19 con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo” (Romanos 15:13-19).
La epístola a los Romanos tiene como base central la explicación de la salvación a través del evangelio de Cristo.
Es decir, aunque toca muchas cosas el corazón de la epístola es la salvación por gracia.
Se considera que Pablo escribió esta carta estando en Corinto, y que fue escrita alrededor del 60 de nuestra era.
Melanchton llegó a decir que la epístola a los Romanos es “Un resumen de la doctrina cristiana”.
Lutero dijo: “Romanos es la pieza más importante del Nuevo Testamento, es evangelio puro. Bien vale la pena a un cristiano no solamente memorizarla palabra por palabra, sino también vivir en ella todos los días”.
En el pasaje que hemos leído, que está casi al final de la epístola vemos varias cosas:
1.- La salvación es universal.
En los versículos anteriores se nos indican los textos del Antiguo Testamento en los que la Biblia dice que los gentiles también serán salvos, que la salvación es universal.
Romanos 15
9.-“Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, Y cantaré a tu nombre” (Salmo 18:49).
10.-Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo” (Deuteronomio 32:43).
11.- Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, Y magnificadle todos los pueblos” (Salmo 117:1).
12.- Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que se levantará a regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él” (Isaías 11:10).
Los hermanos gentiles de Roma tenían que saber que la salvación era para ellos y que ya estaba profetizada en la Biblia.
2.- Dios da esperanza.
“Los gentiles esperarán en él” (Isaías).
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer” (V.13) Dios es un Dios de esperanza, esa esperanza que los gentiles esperan. Esa es la que nos llena de gozo y paz en el creer.
La salvación es la mayor esperanza que el ser humano puede tener, ya que las otras esperanzas se acaban en la tumba, pero la salvación es eterna.
3.- Dios da gozo y paz.
“Gozo y paz en el creer” No solo esperanza, sino que además nos llena de gozo y de paz.
Creer en la salvación produce gozo y paz.
La alegría de vivir sabiendo que tenemos vida eterna.
La paz de saber que vamos a estar con Dios.
La separación entre Dios y el hombre fue eliminada con la muerte de Jesús en la cruz.
4.- El Espíritu Santo tiene poder para darnos esa esperanza.
“Abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”.
El poder del Espíritu Santo no solo da esperanza, sino que hace que abunde.
Cuando las circunstancias vienen a deshacer la esperanza, viene el Espíritu Santo y contrarresta las evidencias para que nuestra esperanza abunde.
5.- Pablo tenía fe en que Dios usa a otros.
“Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros” (V.14). Estaba seguro que esos romanos estaban capacitados para hacer la obra de Dios.
El ministro de Dios ha de tener fe en Dios y creer que, igual que Dios le usa a él, también usa a otros.
6.- Para amonestar hay que tener bondad y conocimiento.
Amonestar es: “advertir o regañar gentilmente”.
La palabra griega es “noudseteo” que literalmente significa “poner en la mente”.
Es decir, poner en la mente algo que antes no estaba.
El que amonesta induce al individuo a pensar cosas que antes no pensaba. Mete ideas nuevas en la situación que está viviendo.
Amonestar con bondad. – Es imprescindible ya que amonestar sin bondad es condenar.
Hay que amonestar poniéndose en los zapatos del otro, considerándote tú mismo como objeto de la amonestación y por tanto amonestando como te gustaría que te amonestaran a ti.
Amonestar con sabiduría. – No amonestes si no sabes, no des ideas si tú no las tienes.
¿Por qué amonestan los que no saben? Porque creen que saben. El orgullo puede llevarnos a pensar que sabemos más de lo que sabemos en realidad.
7.- La salvación de los gentiles y el Templo de Jerusalén.
“Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo” (V.16).
Pablo hace una comparación de lo físico con lo espiritual.
En el templo los sacerdotes recibían ofrendas que entregaban a Dios.
Todo lo ofrendado a Dios era santo, estaba santificado, estaba dedicado a Dios porque santificar es dedicar algo a Dios, apartarlo para Dios.
Pablo se sitúa como sacerdote no de ofrendas materiales, sino de las espirituales, en este caso de gentiles que se convierten al evangelio.
Pablo está declarando que él no predica para ganar nada a cambio, sino para poder ofrendar a Dios.
La gente que se convierte no son posesión de Pablo, sino que él no tiene nada, sino que lo entrega a Dios.
8.- El Espíritu santo es el que santifica.
Cuando alguien entregaba algo en el templo era esa persona el que apartaba la ofrenda.
El ofrendante santificaba la ofrenda entregándosela a Dios.
El Espíritu Santo convence de pecado, justicia y juicio, hace que nos convirtamos, por tanto, la conversión es el resultado de la obra del Espíritu Santo en nosotros.
Nadie se convierte por sus méritos, no por la elocuencia del predicador, sino por la obra del Espíritu Santo.
Por tanto, cuando nos convertimos es el Espíritu santo el que nos santifica, nos entrega a Dios.
Todo esto se desarrolla en los versículos 17 y 18: “Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. 18 Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras”
En estos dos versículos Pablo dice que no puede gloriarse porque la obra es de Dios.
Yo como sacerdote entrego a Dios lo que ya antes el Espíritu Santo ha santificado.
9.- El Espíritu Santo hace obras maravillosas.
“Con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios” El Espíritu Santo es poder de Dios que se manifiesta en la tierra en forma de señales (milagros) y prodigios (maravillas).
El Espíritu Santo tiene poder.
Una prueba de esto es que Pablo ha llenado del evangelio desde Jerusalén hasta Ilírico (actual Albania).
Un hombre solo con los medios de aquel entonces no puede hacer esto, es el poder del Espíritu Santo el que actuó con Pablo.