El Espíritu Santo nos ayuda a vencer nuestro viejo hombre

“Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado (Romanos 7:21-25).

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Romanos 8:1-6).

Este texto es impresionante porque os muestra la guerra espiritual desde el interior del cristiano.
Podemos aprender muchas cosas:

1.- La guerra espiritual se inicia dentro nuestro y luego se proyecta hacia afuera. – Nadie puede vencer demonios si antes no se ha vencido a sí mismo.
El cristiano tiene que conquistarse a si mismo para luego conquista para Dios.
Atar, desatar, gritar, dar patadas, profecías y hacer cualquier acto profético no tiene valor si antes no se ha logrado vencer el monstruo que llevamos dentro.
Tú eres el primer enemigo que tienes que vencer.

2.- No estás capacitado para vencerte. – Romanos 7:21-25 nos muestra nuestra debilidad.

V.21.- “El mal está en mí”. El ser humano no es bueno por naturaleza, el ser humano tiene dentro de si injertada la maldad.
Cuando el hombre pecó en el Edén, injertó en su interior un mal que él solo no puede remover.
Lo malo está presente dentro nuestro.
Por mucho que corra, salte, se cambie de país, de idioma o de religión, lo malo continua dentro nuestro.

Los métodos de relajación no quitan lo malo.
Los doctores no quitan lo malo.
Los políticos no quitan lo malo.
La religiosidad no quita lo malo.

No existe cincel y martillo que arranque lo malo de su interior.

V.22.- “Me deleito en la ley de Dios. – Nos gusta lo de Dios. Lo malo está en nosotros, pero nos gusta lo de Dios.
Hay un conflicto, por un lado, nos gusta lo de Dios, pero por otro lado no puedo alcanzarlo debido al mal que mora en mí.

V.23-24.- “Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”.
Esta es la explicación del conflicto interno del cristiano.
El apóstol describe la guerra interna y no puede menos que definirse como “miserable”.
Miserable: Desdichado, Pobre de mí, Infeliz, en otras palabras ¡¡Que problema tengo!! ¡¡Estoy en un callejón sin salida!!

V.25.- “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”.
Da gracias a pesar del problema que tiene, a pesar de estar en un callejón sin salida.
Seamos agradecidos en todas las situaciones aún en las que nos causan problemas internos y tristezas.

V.25.- “Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado”.
Vuelve al tema, por un lado, sirve a la ley de Dios y por otro lado sirve al pecado.
Esta es la situación del hombre convertido.
Hay una bipolaridad interna, un Dr. Yekyll y un Mr. Hyde (de la novela de Robert Louis Stevenson) y para los seguidores de Marvel un Hulk y un Dr. Bruce Banner.
El bien y el mal conviviendo en nuestro interior y sin podernos desprender del mal que no queremos.
No es que nos persiga, es que está dentro, forma parte de nosotros.

3.- Queremos volar en lo espiritual, pero no podemos porque el mal nos ata a lo mundano. – Suspendemos el examen, estamos descalificados, no valemos para cristianos.

4.- Dos leyes. – La ley del pecado nos tira hacia abajo, no podemos levantarnos, vamos de pecado en pecado.
La realidad es que no podemos vencer por nosotros mismos.
Una ley solo es impugnada por otra ley, esto lo saben los abogados, si queremos contrarrestar una ley, pero no podemos eliminarla, hemos de fabricar otra ley que la anule.
La ley de la gravedad: lo que suelto cae, solo si otra ley, la ley de la fuerza de mi brazo se interpone evito que el objeto caiga.
Yo no puedo, pero Dios ha puesto otra ley que si puede evitar mi caída: “La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús”.

5.- El Espíritu Santo vence a la ley del pecado. – “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (V.2).
Dios nos manda el Espíritu Santo para que seamos vencedores, para que no caigamos irremisiblemente en el pecado.
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (V.3-4).
Jesús muere en la cruz y manda al Espíritu Santo para que usted sea vencedor como cristiano.
El Espíritu Santo va a ayudarle a que usted si se venza a sí mismo.
Era imposible para la ley de Moisés, era imposible para el hombre, pero Cristo vino para capacitarnos para lo imposible.
El cristiano es alguien que va de imposibles en imposibles venciéndolos.

6.- Centrar la vida en el Espíritu Santo nos da la victoria. – “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (V.5-6).
El Espíritu Santo nos da un camino, una dirección, nos lleva a andar en los caminos de Dios.
Centre su mente en lo de Dios, oriente su corazón a agradar a Dios, deje que el Espíritu Santo le sostenga y con su ayuda vencerá.
Ocuparse de lo del Espíritu Santo es lo que hace que la vida y la paz vengan a nuestro corazón.
La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús nos saca de la miseria y nos lleva a la vida y a la paz.

7.- Usted no puede solo, pero puede con el Espíritu Santo. – La vida cristiana no puede vivirse al margen del Espíritu Santo.

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