El Espíritu Santo revelando el sacrificio de Jesús.

“Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. 2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. 6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; 8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. 11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? 15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16 Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. 17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. 18 De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, 20 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. 21 Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. 23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9). 

 

El libro de Hebreos es apasionante porque nos abre los ojos a las realidades espirituales.

Si la Biblia es la revelación de Dios al ser humano, el libro de Hebreos es la revelación de Dios sobre lo que ocurre en el mundo del espíritu (Fe, ángeles, etc.).

 

1.- Capítulo vital para entender la Biblia.

Este capítulo 9 es imprescindible para entender las verdades bíblicas. Es uno de los capítulos más importante para hermenéutica la Biblia. Ya que nos hace entender el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo. Sirve fe fusión de enlace entre ambos Testamentos.

Si no entendemos este capítulo vamos a tener conceptos equivocados de la palabra de Dios y posiblemente caer en herejías.

 

2.- La revelación de Dios ha ido desarrollándose.

El Antiguo Testamento es la sombra del Nuevo Testamento “es símbolo para el tiempo presente” (v.9).

El sistema ritual judío apunta a revelaciones profundas de lo de Dios.

El plan de salvación y muchas otras cosas están bosquejados en los ritos y sacrificios del Antiguo Testamento.

Antes de Cristo estábamos con un pacto y después de Cristo estamos con otro diferente.

“Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” (Hebreos 8:13). Este libro fue escrito en el 68 D.C. y el templo se destruyó el 70 D.C. (muy próximo).

 

3.- Santuario terrenal.

“El primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal” (V.1).

El escritor de Hebreos en los versículos del 1 al 8 descubre las cosas que había y se hacían en el tabernáculo: Lugar santo, candelabro, mesa de los panes, lugar santísimo, incensario, el arca de la alianza, etc.

Cada una de estas cosas tienen significado espiritual. En el Antiguo Testamento eran físicas, pero tienen significado espiritual de gran importancia.

Hay miles de libros que estudian el paralelismo entre el tabernáculo y los ritos con verdades espirituales.

 

4.- El Espíritu Santo diseñó todo esto.

“Dando el Espíritu Santo a entender” (V.8) Cada cosa que se hacía había sido revelado por el Espíritu Santo a Moisés y los judíos lo repitieron por siglos.

Desde el principio de la humanidad el Espíritu Santo ha ido dirigiendo a sus hijos.

 “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13).

Una de las funciones del Espíritu Santo es guiarnos, dirigirnos, mostrarnos que tenemos que hacer.

 

5.- Lo del Antiguo Testamento no nos perfecciona.

“Se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas” (V.9-10).

Los sacrificios del Antiguo Testamento tenían una función limitada.

Estaban bien para ilustrarnos, para dirigirnos, para que después de la venida de Jesús entendamos la auténtica dimensión de todo lo revelado en la Biblia.

Pero era imperfecto porque como dice el versículo 10: “que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas”.

Todos los rituales del Antiguo Testamento tienen un límite, un tiempo de efectividad, tienen fecha de caducidad “hasta el tiempo de reformar las cosas”.

 

6.- Jesús es el que marca el tiempo.

Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación” (V.11).

Jesús es el que hace el cambio, antes de Jesús todo estaba bien, pero después quedan abolidos.

 

7.- Jesús es el sustituto.

 “Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne”.

Jesús vertió su propia sangre: Sustituto de la víctima (V.12).

Jesús sustituyó al sumo sacerdote (V.11)

Sustituyó tanto a la victima como al sumo sacerdote. Todo fue cambiado y sustituido por Jesús.

 

8.- La limpieza de Jesús es total.

“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (V.14).

Los sacrificios del Antiguo Testamento daban limpieza parcial, solo de la carne, algo superficial, pero el de Jesús es una limpieza total.

Fue un sacrificio dirigido por el Espíritu Santo (Espíritu eterno). – Igual que el plan de Dios en el Antiguo Testamento fue inspirado por el Espíritu Santo, el sacrificio de Jesús también.

La estrategia de Dios en la tierra la dirige el Espíritu Santo.

Se ofreció a sí mismo. – Los animales eran obligados, el sacrificio de Jesús fue voluntario.

Fue sin mancha. – Los seres humanos estamos sucios por el pecado, Jesús estaba sin mancha.

La limpieza de Jesús es total. – Abarca la conciencia y nos capacita para servir a Dios.

 

9.- Gracias a Jesús recibimos salvación.

“Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna” (V.15).

El sacrificio de Jesús es perfecto y nos da la vida eterna.

 

10.- Jesús purifica el Antiguo Testamento.

“Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos” (V.23).

Lo del Antiguo Testamento era figura de imágenes de cosas espirituales que ahora se hacen realidad en nuestras vidas gracias a Jesús.

 

11.- Un solo sacrificio.

“No para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 de otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.” (V.25-26).

Cada día había en Israel sacrificios, algunos más especiales y otros más cotidianos. Jesús con su muerte cumplió con todos los sacrificios e inutilizó la necesidad de continuar haciendo sacrificios.

 

12.- Adoptó lo normativo para el ser humano.

“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (V.27).

Jesús murió una sola vez, igual que nosotros morimos una sola vez.

Jesús guiado por el Espíritu Santo adoptó morir una sola vez igual que nosotros.

No existe la reencarnación.

Después de la única muerte seremos juzgados.

 

13.- Llevó nuestros pecados.

“Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos” (V.28).

Jesús murió para salvarnos y limpiarnos de nuestros pecados.

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