“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. 8 Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? 9 Unos decían: El es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy. 10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. 12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? El dijo: No sé. 13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14 Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. 15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo” (Juan 9:1-15).
El hombre había nacido ciego.
Nunca había visto los pájaros, ni los atardeceres, ni las nubes, ni el agua, nunca vio la cara de su esposa ni de sus hijos.
Había adaptado su vida a una continua oscuridad.
Sus oídos se había desarrollado para distinguir cosas que el común de los seres humanos no distinguimos.
Ser ciego es vivir en una noche continua.
Sentía el calor del sol sobre su piel, pero no veía la luz del sol.
1.- Otros enfermos.
Con anterioridad la gente se acercaba a Jesús y le pedía que les sanara, este hombre estaba tranquilo viviendo su vida. Tal vez pedía limosna o tal vez estaba sentado a la puerta de su casa con su familia, estaba tranquilo al margen de Jesús.
2.- Problema teológico.
“Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” (V.2).
Era frecuente que la gente creyera que la enfermedad era una maldición de Dios por malos actos.
Eso creían los discípulos, por eso al ver al ciego le hacen esta pregunta.
Algunos hermanos, día de hoy, continúan creyendo que las enfermedades y problemas vienen como castigo de Dios, pero esto no siempre es así.
3.- Nuestros problemas son las oportunidades de Dios.
“Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (V.3). En este caso la enfermedad era el medio, el camino para que Dios actuara.
Problemas de todo tipo: salud, economía, familiares, o de cualquier otra cosa son oportunidades para el mover de Dios.
Dios quiere hacer cosas grandes y nuestros problemas son sus oportunidades.
Alaba a Dios en el problema, gózate, dale gracias porque Dios va a hacer algo maravilloso.
4.- Jesús es luz.
“Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo” (V.5).
Frente a la oscuridad del mundo, frente a la oscuridad de la ceguera, Jesús es luz.
Es luz espiritual.
La noche no puede competir con la luz, un poco de luz destruye la noche.
Jesús venía a destruir todo tipo de oscuridad, este ciego era una demostración física de lo que se hacía en el mundo del espíritu.
5.- Quitar lo que enturbia.
“Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego” (V.7).
Para ver hay que quitar lo que impide ver.
La ceguera era congénita, pero el barro era adquirido.
Tenemos problemas de nacimiento, todos nacemos con algunos, pero también adquirimos basura a lo largo de la vida, hemos de quitárnosla.
Dios hace lo extraordinario, pero nosotros hemos de hacer lo ordinario.
“El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:28).
Quita el barro de tus ojos, quita aquellos que te impide ver la sanidad de Dios.
6.- “Y regresó viendo”.
Dios quiere que veas cosas nuevas.
“Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo” (Éxodo 34:10).
Dios quiere que veas y contemples las cosas nuevas que quiere hacer.
- Políticos recibiendo a los pastores evangélicos en Sevilla.
Dios quiere hacer cosas grandes contigo, Dios quiere que veas su poder en tu vida.
7.- Ver un mundo nuevo.
El ciego vio un mundo nuevo, vio lo que nunca vio, todo un mundo de sonidos se transformó en una realidad visual increíble.
Dios quiere mostrarte un mundo nuevo.
Cuando te conviertes todo lo ves diferente, contemplas un mundo nuevo, ves la gloria y la maravilla de Dios sobre tu vida.
Dios quiere que continues viendo cosas gloriosas.
Lo nuevo de Dios es mucho mayor que todo lo que hemos vivido antes.
Cuando Dios se presenta en la vida de alguien es para hacer cosas maravillosas.
8.- Este hombre no se acerca, pero Dios actúa.
La gente le pedía a Jesús milagros, pero este hombre solo estaba en sus cosas.
Cuando Dios quiere actuar ni siquiera hace falta nuestra fe.
El poder de Dios, el plan de Dios, el deseo de Dios de moverse en nuestras vidas para que la gente le glorifique y se convierta, es mayor que nuestra fe.
9.- Dios nos llama y confía en nosotros.
Dios llamó a Noe y confío en él, a pesar de los problemas personales de Noé.
Dios llamó a Abraham y confió en él, a pesar de sus temores y cobardías. Dios hizo de un cobarde el padre de la fe.
Dios llamó a Moisés y confió en él, a pesar de sus problemas internos y de su falta de confianza en sí mismo, Dios hizo de un huido de la justicia por asesinato en el libertador del pueblo de Dios.
Dios te ha llamado y confía en ti, a pesar de tus limitaciones y problemas.
Quítate el barro de los ojos y mira las maravillas que Dios tiene para ti.