“Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. 3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. 6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo 8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto,10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:2-14).
Una de las grandes ventajas del pueblo de Dios es que podemos estar en su presencia.
La gente busca estar con Dios, quiere sentirse bien, pero no lo encuentra en nada de lo que intenta.
Cuando recibimos a Jesús, nuestras vidas cambian y podemos entrar en la presencia de Dios.
El Antiguo Testamento nos habla del tabernáculo, y este versículo del libro de Hebreos nos dice que hay un camino trazado en el tabernáculo para llegar al lugar santísimo.
Estudiemos la composición del tabernáculo para saber cómo andar ese camino.
1.- El Antiguo Testamento es ejemplo.
“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” I Corintios 10:11).
El Antiguo Testamento se diferencia del Nuevo Testamento en que las cosas del Nuevo han de ser entendidas literalmente, pero del Antiguo Testamento hay que entender que las cosas materiales apuntan a verdades espirituales.
El tabernáculo tiene muchas enseñanzas que darnos, hoy vamos a ver el camino al Lugar Santísimo.
2.- Partes.
Estaba el atrio donde se realizaban los sacrificios, luego un Lugar Santo y por último el Lugar Santísimo.
Estaba compuesto de tres partes, todas importantes y cada una con una función.
3.- Atrio.
Era un patio exterior y en él se realizaban los sacrificios y tenía el altar, también el lavacro.
Lo primero que se hacía para entrar en el tabernáculo era llevar una victima para el sacrificio (toro, cordero, paloma, etc.)
Posteriormente, se lavaba el sacerdote las manos y los pies en el lavacro, no podía estar sucio en el servicio a Dios.
4.- El Lugar Santo.
Ya era parte del tabernáculo, en él estaba el candelabro de siete brazos (memorá), que tenía aceite y alumbraba durante 24 horas el lugar.
También estaba la mesa de los panes de la proposición, había 12 panes cada uno representando a una tribu, y eran renovados cada semana. Siempre había pan.
Por último, estaba el altar del incienso, donde se quemaba una mezcla especial de especias que llenaba todo el lugar santo de humo.
5.- El Lugar Santísimo.
Estaba separado del Lugar Santo por una cortina.
Nadie podía entrar, salvo el sumo sacerdote una vez al año, el día de la expiación, lo que ahora se conoce como Yom Kippur.
El Lugar Santísimo tenía el arca de la alianza que contenía las tablas de la ley, la vara de Aarón que reverdeció y un trozo de maná.
6.- Paso del Antiguo al Nuevo Testamento.
“Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:38).
Cuando Jesús muere lo primero que sucede es que se rasga el velo del templo, esa cortina que separaba el lugar santo del lugar santísimo se rompe de arriba abajo.
Se elimina la separación que existía, ahora todos los sacerdotes pueden entrar en el Lugar Santísimo.
Ha habido un cambio en la adoración, ahora todos podemos entrar en lo profundo de la comunión con Dios.
7.- El camino al Lugar Santísimo.
“Dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie” (V.8).
No se había manifestado para cada creyente, ahora hay un camino al lugar santísimo, se entra por el Atrio, luego se llega al Lugar Santo, y por último al Lugar Santísimo.
Los cristianos podemos realizar este camino, ya que el velo de separación ha sido quitado.
Ya no tenemos que realizar los sacrificios de animales, pero a nivel espiritual realizamos el camino al Lugar Santísimo, es más es el plan de Dios que realicemos este recorrido.
8.- El altar del sacrificio.
Lo primero que hay que hacer es pasar por el altar del sacrificio, ya no tenemos que presentarnos con animales para sacrificarlos, ahora somos nosotros los que hemos de matar el yo.
El ego no sacrificado nos frena la entrada a la presencia de Dios.
Si tú no matas el Yo, Dios va a mandar algo o alguien que te ayude a humillarte.
Un Yo, preponderante cierra la entrada a la presencia de Dios, nadie puede ser lleno de Dios si está demasiado lleno de sí mismo.
9.- El lavacro.
Después de matar el Yo, hay que lavarse.
Estaba hecho con los espejos de bronce, hay que dejar de mirarse para mirar a Dios.
“Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Jehová” (Éxodo 30:20).
Manos y pies (lo que hacemos y donde vamos) han de ser lavados.
No podemos entrar en la presencia de Dios sucios, “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (I Juan 1:7).
Servir a Dios sucio producía muerte, es importante lavarnos para no vivir en una muerte espiritual:
Matamos el Yo, nos lavamos con la sangre de Jesús, y ya podemos continuar nuestro camino hacia el Lugar Santísimo.
10.- El Lugar Santo.
Una vez estamos en el Lugar Santo, nos encontramos con tres cosas, el candelabro, la mesa de los panes de la proposición y el altar del incienso.
11.- El candelabro.
Después de matar el yo, y de ser lavado por la sangre de Jesús, podemos ver gracias a la luz de Dios.
El candelabro representa la luz de Dios que viene a nuestras vidas para que entendamos las cosas tal como son.
En el mundo vivíamos en oscuridad, pero cuando nos convertimos empezamos a ver las cosas de la manera correcta.
Dios manda su luz cuando hemos matado el yo y hemos sido lavados. Si no hacemos esto vamos a tomar decisiones erróneas en la vida, y solo tenemos una vida, mejor no equivocarnos.
No estamos para hacer cosas, estamos para hacer las cosas que Dios quiere que hagamos.
12.- La mesa de los panes de la proposición.
En la mesa siempre había pan, lo cambiaban cada semana, y representa la provisión de Dios.
Si matamos el yo, somos lavados por la sangre de Jesús y tenemos la revelación, la luz de Dios, Él va a proveernos para que podamos vivir plenamente en sus caminos.
13.- El altar del incienso.
Representa las oraciones de los santos.
Hemos matado el yo, hemos sido lavados, tenemos la luz de Dios, tenemos su provisión, pero a pesar de todo hemos de llenar todo de nuestras oraciones.
El Hijo de Dios no debe de dejar de orar, la oración ha de ser un continua sin importar haber dado anteriormente los pasos correctos.
14.- Lugar Santísimo.
Cuando se hacen estas cinco cosas:
1.- Matar el yo.
2.- Lavarse de la suciedad.
3.- Revelación de Dios, luz de Dios.
4.- Provisión de Dios.
5.- Oración.
Entonces podemos entrar en el Lugar Santísimo, en la presencia de Dios.
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo” (Hebreos 10:19).
La entrada está abierta porque el “velo del templo” el velo de separación se rasgó gracias a la muerte de Jesús.
Antes solo entraba una vez a año el sumo sacerdote, ahora usted puede vivir continuamente en la presencia de Dios.
15.- El arca de la alianza.
Representa la presencia de Dios.
Estar en la presencia de Dios es uno de los grandes privilegios de ser cristianos.
El arca tenía tres cosas: Las tablas de la ley, un trozo de maná, y la vara de Aarón que reverdeció.
Las tablas de la ley: Las normas de Dios escritas milagrosamente por el dedo de Dios.
El trozo del maná: la comida que caía del cielo de manera milagrosa.
La vara de Aarón: De entre doce varas secas, la de Aarón reverdeció de manera milagrosa.
Cuando estás en la presencia de Dios lo milagroso de Dios viene a tu vida.
16.- Resumen.
Cuando matas el yo, te lavas de pecado, tienes la revelación de Dios, la provisión de Dios y lo riegas con oraciones, entonces puedes entrar en la presencia de Dios y vivir en tu vida lo milagroso de Dios.
Estemos todos andando en el camino hacia el lugar santísimo.