El nombre de Dios

Cuando Dios se define con un nombre no es por azar, sino que el nombre de Dios revela mucho de su esencia.

En ti confiarán los que conocen tu nombre” (Salmo 9:10).

 

“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. 15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos” (Éxodo 3:13-15).

 

Repaso. – Moisés ha pasado de ser príncipe de Egipto a ser un fracasado que cuida ovejas de otro.

En el Sinaí ve una zarza que arde y no se consume.

Desde allí Dios le habla y le manda que vaya a Egipto para liberar el pueblo de Israel.

Moisés se va débil y dice “Quien soy yo” y Dios le responde “yo estaré contigo” lo importante no es quién eres, sino quien te acompaña.

En los versículos que acabamos de leer vemos muchas enseñanzas:

 

1.- Moisés no confiaba en sí mismo.

No se presenta como “el príncipe” sino como alguien que representa a Dios.

No es el que dice “Está bien si tú me mandas yo voy y les digo”, él es consciente de que cual era su dimensión “nada”, sabía que no tenía representatividad ni para Faraón ni para los suyos.

 

2.- Le pregunta cuál es su nombre.

El pueblo de Israel llevaba 400 años de esclavitud en Egipto y por tanto había sido influenciado por todos los dioses egipcios.

Vivían en un mundo de politeísmo y Moisés es consciente de esto, por tanto quiere saber de manera clara quien debe decirles que lo manda.

Nos guste o no el mundo influye en la iglesia, hemos de cuidarnos y filtrar lo negativo; para esto no debes ver, ir, o asistir a cosas que son anticristianas y que se practican en el mundo como si nada.

 

3.- Dios le dice su nombre.

“Yo soy el que soy”, un nombre difícil de entender.

¿Cómo te llamas? Y en vez de decirle Manuel, Luis, Juan… le dice “Yo soy el que soy”.

Los seres humanos ponemos nombres a las cosas.

“Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre” (Génesis 2:19).

Poner nombre es una forma de diferenciar, de dar identidad, necesitamos saber quién tenemos delante.

Dios le dice este nombre “Yo soy el que soy”, este nombre no es un nombre cualquiera ya que implica muchas cosas, nos enseña la identidad de Dios.

 

4.- En la Biblia los nombres son importantes.

Eva. – “Madre de todos los vivientes.

Dios le cambia el nombre a Abram (padre exaltado) por Abraham (Padre de muchas multitudes)

Dios le cambia el nombre a Jacob (engañador) por Israel (luchador de Dios)

Los nombres que pone Dios son indicativos del destino de la gente que los lleva.

Dios va a cambiar nuestro nombre.

 “Al que venciere, le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” Apocalipsis 2:17).

 

 

5.- Que dice de Dios “yo soy el que soy”.                          

 

a.- Dios existe:

 

“Yo soy” si leemos la Biblia en ningún momento trata de convencernos de la existencia de Dios, simplemente lo da por hecho.

Para existir hay que ser, hay que estar, “Yo soy” Dios existe, no hay nada más que hablar.

 

b.- No existe nada anterior a Dios en el tiempo.

Antes de la creación del universo Dios estaba allí, nada lo creó. “Yo soy el que soy”, las demás cosas están y dejan de ser, pero Él es el eterno ser, el continuo ser, el que nunca deja de ser.

El eterno, el que siempre fue.

No dice “yo soy el que fui”, ni dice “yo soy el que seré” sino soy el que soy, el eterno presente.

 

c.- Dios no cambia:

Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos” (Malaquías 3:6).

Él no está sujeto a cambio, todas las cosas cambian, pero Dios nunca “Yo soy”.

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

 “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17).

En un mundo donde todo cambia, donde hoy es una cosa y mañana otra, podemos decir que Dios no cambia.

Dios no cambia, nosotros si tenemos que cambiar, debemos ser transformados, El Dios eterno viene a nuestras vidas para cambiarnos y hacernos cada vez más semejantes a Él.

 

 

d.- Es como es:

“Yo soy el que soy” no puedo hacerme un Dios a mi manera, tengo que aceptarlo tal como es.

Nosotros somos criaturas y hemos de aceptar la esencia de Dios y sus normas.

Nosotros hemos de adaptarnos a Dios y no Dios a nosotros.

Somos jugadores en este juego de la vida, y las normas las pone Él.

Los niños cuando juegan cambian las normas de los juegos, la gente madura acepta lo que hay; sea maduro.

 

e.- Se ha acercado a nosotros a través de Jesús:

“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. 57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. 59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue” (Juan 8:56-58)

Los judíos se daban cuenta de lo que estaba diciendo y por eso quisieron matarlo.

Estaba diciendo que Él era antes de Abraham, que era eterno, y se relacionó con “Yo soy” esto era demasiado para los judíos.

En Cristo podemos conocer a Dios.

 

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