La sabiduría oculta (Continuación)

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente 15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie 16 porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (I Corintios 2:9-16).

Hace dos semanas hablé de los textos anteriores (I Corintios2: 1-8) donde aprendimos que Dios ungió a Pablo con palabras dirigidas por el Espíritu Santo, no como hacían los griegos que hablaban palabras de humana sabiduría.

Las personas que no conocen a Dios hablan palabras de humana sabiduría, razonamientos humanos que solo llenan el intelecto, pero el hombre de Dios habla palabras llenas del Espíritu Santo llenas de poder que cambia vidas.

Dios no quiere convencidos, quiere convertidos.

También hablábamos de una sabiduría oculta que fue revelada a los que le sirven.

En los versículos 7-8 llegó a decir que la sabiduría que viene de Dios nos muestra que el evangelio es lo mejor para nosotros ya que gracias a él entendemos que Jesús es la solución para el ser humano.

Estos pasajes que hemos leído hoy nos hablan un poco más sobre esta sabiduría.

En estos pasajes vemos varias cosas:

1.- Es para ti:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (V.9). Nos habla de revelación y cosas que el ser humano puede entender si acepta a Cristo en esta vida.

No se refiere de la vida futura, habla del hoy, de lo que podemos vivir en esta vida si aceptamos a Cristo.

 

2.- La revelación de Dios es totalmente diferente:

(V.9) Nada de lo que el ser humano pueda vivir en esta vida se parece a lo que Dios da.

Dios tiene cosas maravillosas que revelarle a los que le aman.

Ame a Dios, le interesa, hay revelaciones maravillosas que Dios quiere darle.

 

3.- El Espíritu Santo es la vía de revelación:

Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” (V.10)

El instrumento que Dios usa para mostrarle la sabiduría oculta es el Espíritu Santo.

Cuando el Espíritu Santo viene a su vida comienza a revelarle cosas maravillosas.

El Espíritu Santo es una puerta abierta al mundo espiritual.

El Espíritu Santo revela a sus hijos cosas profundas ocultas al entendimiento de los impíos, esa sabiduría oculta es revelada a los que se convierten a Cristo.

Todo lo de Dios, “aun lo profundo de Dios” nos son reveladas por el Espíritu Santo.

 

4.- La revelación de Dios es una prueba de la llenura del Espíritu Santo:

Si entiendes lo de Dios, si Dios le muestra cosas grandes, entonces está lleno del Espíritu Santo.

Las lenguas son señal de llenura y ojos espirituales abiertos a lo oculto de Dios también es otra señal de la llenura del Espíritu Santo.

Decir que solo las lenguas son señal de bautismo en el Espíritu Santo, es quitarle al Espíritu Santo otras muchas funciones que tiene, tal como dar revelación al corazón del hombre.

El Espíritu Santo tiene muchas funciones y toda persona llena del Espíritu Santo va a recibir manifestación de alguna de ellas.

 

5.- El Espíritu Santo es Dios:

¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” (V.11).

Este texto es una declaración de la deidad del Espíritu Santo.

El ejemplo que pone dice que le hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu; y el espíritu humano entiende las cosas del ser humano.

De igual manera el Espíritu Santo conoce las cosas de Dios.

El cuerpo, alma y espíritu humano, los tres juntos son el ser humano, no puede decirse que el espíritu del hombre es una cosa y el cuerpo otra, los tres son uno con funciones diferentes.

De igual manera el Espíritu Santo es Dios, no son dos cosas, el Espíritu de Dios también es Dios.

 

6.- Gracias al Espíritu Santo sabemos lo que se nos ha concedido:

“Para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (V.12).

Al tener el Espíritu Santo no somos ignorantes, conocemos el don de Dios y el privilegio que tenemos siendo sus hijos.

Conocemos nuestra posición en Cristo.

 

7.- Hemos de aprender a hablar:

“Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (V.13).

Hay que cambiar el idioma.

Antes hablábamos el idioma de los seres humanos dirigido por la sabiduría del mundo, pero ahora hemos de cambiar, hemos de acomodar lo espiritual a lo espiritual.

El lenguaje ha de acomodarse al Espíritu Santo que mora en nosotros.

Cuando recibimos el Espíritu Santo, nuestro lenguaje cambiará ya que tenemos que adaptarnos a la nueva situación, ahora somos templo del Espíritu Santo.

 

8.- Gracias al Espíritu Santo entendemos el mundo espiritual: (V.14-15).

Hay dos tipos de personas: El hombre natural y el hombre espiritual.

El hombre natural se deja llevar por sus deseos, por lo que el espíritu del mundo le enseña y piensa que lo de Dios es locura.

El hombre espiritual entiende lo de Dios, aunque a él no le entiende el resto de los mortales.

El hombre lleno del Espíritu Santo tiene la habilidad de entender el mundo del espíritu, porque el Espíritu Santo le revela las cosas de la manera correcta. Tenemos discernimiento espiritual.

 

Todo es distinto entre un hijo de Dios y un incrédulo, esta diferencia incluye el espíritu que gobierna en la vida de cada uno. En los hijos de Dios gobierna el Espíritu Santo mientras que en los incrédulos el espíritu del mundo.

Ser gobernado por el espíritu del mundo no es nada bueno, ya que la Biblia nos dice que Satanás gobierna este mundo, dicho de otra manera, los incrédulos son gobernados por demonios.

Por eso el incrédulo no solo no discierne, sino que para él todo lo de Dios es locura.

 

9.- Tener el Espíritu Santo es tener la mente de Cristo:

“¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (V.16).

Cuando el Espíritu Santo llega a nuestras vidas se produce un proceso de transformación de la mente.

Los pensamientos cambian y al final acabamos pensando lo mismo que Jesús.

Nadie guiado por lo natural puede pensar como Jesús, pero el que está lleno del Espíritu Santo puede llegar a pensar igual que Él.

La persona llena del Espíritu Santo tiene la mente de Cristo, puede pensar igual que piensa Jesús.

El Espíritu Santo nos instruye, nos enseña, es nuestro tutor, nuestro maestro.

Déjese enseñar por el Espíritu Santo y llegará a ver las cosas como Dios las ve.

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