“Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. 59 Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:57-62).
Ir para adelante es una característica de los discípulos.
Los discípulos avanzan, no miran para atrás.
El discípulo entiende que es hora de dejar de mirar atrás, hay que avanzar.
1.- Seguir, pero no seguir.
“Uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas” (V.57).
Todos nos creemos capaces de obedecer a Dios en los peores momentos, pero cuando llega la hora de la verdad es cuando se prueban nuestros buenos deseos.
Podemos vivir en un autoengaño, podemos pensar que somos capaces de cualquier cosa, pero la vida a veces se pone cuesta arriba, y ahí, es donde se comprueba lo que somos en realidad.
2.- Jesús no engaña.
La Biblia no nos dice que es lo que hizo este hombre, pero Jesús le quiso poner claro que las situaciones en las que Jesús vivía no eran de lo mejor.
Dios no le va a engañar, Él no viene con cuentos, sino que dice las cosas tal como son.
Él no da falsas promesas, pone las cosas tal como son.
3.- Los “si algunos de Dios”.
Los “si alguno” nos muestran que Jesús no quería engañar, que ponía las cosas claras:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). |
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“Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (Marcos 9:35). |
Niéguese a sí mismo, tome su cruz, sígame, sea servidor.
Un discípulo debe abrazar “los sí alguno”, si queremos ser de esa gente, hemos de aceptar las condiciones.
4.- Dios no engaña en lo que tenemos que pagar, pero premia.
“Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mateo 19:29).
Cuando avanzamos somos bendecidos nosotros, los que nos rodean y se extiende el reino de Dios.
Avanzar es sinónimo de bendición.
Cuando le damos a Dios lo que nos pide, al principio puede ser duro, pero luego nos alegramos.
Hay bendición en esta tierra y además la vida eterna.
Un discípulo entiende que deba de pagar el precio, pero sabe que detrás de su obediencia hay recompensa.
5.- El miedo.
A veces cuando Dios nos pide algo nos viene el miedo, miedo a fallar, miedo a perder, miedo a sentirnos indignos de lo que Dios nos manda.
Podemos ver a gente que se lleva toda la vida huyendo de responsabilidades, de trabajos, de todo lo que requiera hacer algo nuevo.
Entiende, no puede conquistar lo que no enfrenta.
No se puede vencer sin batallas.
Si huye de lo incómodo, si cuando viene una responsabilidad o una demanda de Dios sale corriendo no llegará a nada.
Hay gente que se plantea el divorcio porque su cónyuge le dijo algo que no le gustó.
Hay gente que se plantea cambiar de iglesia porque no le gusta un hermano discordante.
Tire para adelante, no mire atrás, Dios le dará la gracia para que pueda hacer lo que no puede hacer por usted mismo.
6.- David y Goliat.
David corrió hacia Goliat, no podía temer como hacía el resto de los israelitas.
Israel tenía miedo del gigante, David creyó a Dios.
Cuando corre hacia sus gigantes, Dios hará cosas que usted no puede hacer.
Cuando huye de sus gigantes, huye del plan de Dios para su vida.
Cuando Dios ve que tira para adelante, que no mira para atrás, soplará sobre su vida y hará cosas grandes.
Enfrente sus gigantes ahora, no lo deje para otro día.
Un discípulo avanza hacia el gigante, no da la vuelta y huye por causa del miedo.
7.- Gedeón.
Se escondió, pero cuando vino el Señor avanzó, enfrentó sus miedos y venció a los madianitas.
Es incómodo perdonar, es incómodo vencer una adicción, es incómodo tomar la cruz, pero es lo que tenemos que hacer.
Para ser libre, para ser sanado, tiene que hacer cosas difíciles.
La gente huye de su pasado, de sus heridas, del ministerio y esto frena el poder de Dios.
Haga lo difícil y reciba 100 veces más y además la vida eterna.
8.- Los espías.
Cuando Moisés manda a los espías, solo Josué y Caleb querían seguir para adelante, pero los otros diez tuvieron miedo y desviaron al pueblo de la voluntad de Dios.
Vieron a los gigantes y desistieron de entrar en la tierra prometida.
40 años tuvo que andar Israel por el desierto porque no enfrentaron a los gigantes.
40 años después entraron en la tierra prometida y tuvieron que enfrentar los mismos gigantes.
Si no enfrentas tus gigantes ahora te quedarás en el desierto.
Pospondrás el reto de Dios, y mueres en el desierto y pierdes la bendición.
Ellos no lograron vencer sus miedos y entrar en la tierra prometida, pero lo hicieron sus hijos.
Lo que no logres, lo tendrán que conquistar tus hijos 40 años después.
Usted tiene que vencer, para que sus hijos lo tengan más fácil.
El discípulo sabe que ha de conquistar, porque así va a bendecir a los que vienen detrás.
9.- Dios no pide nada que no pueda hacer.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (I Corintios 10:13).
Haga lo natural y deje que Dios haga lo sobrenatural.
Cuando no mira hacia atrás, Dios va a hacer lo que usted no puede hacer. Dios va a derramar su unción.
10.- Dios se va a vestir de usted.
“Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él” (Jueces 6:34).
El original hebreo, para “venir” es “Labash” que significa vestirse.
Por tanto, literalmente dice: “El espíritu de Dios se vistió de Gedeón”.
Dios busca gente que no mire atrás, discípulos verdaderos para vestirse de ellos.
Es como ponerse un guante, Dios se viste de ti, y actúa por medio nuestro.
Un discípulo es alguien del que Dios se viste para hacer cosas grandes en la tierra.
Un discípulo paga el precio para ver la gloria de Dios.