La gloria de Dios

Desgraciadamente el concepto de gloria de Dios es algo abstracto para muchos cristianos y no suele entenderse bien.

Sin embargo, la Biblia habla mucho de la gloria de Dios, desde Génesis a Apocalipsis aparece esta palabra.

Es un total de 394 veces las que se repite esta palabra y además otras muchas veces si hablamos de palabras relacionadas como son “glorificar”, “glorioso” y otras similares.

 

1.- Etimológicamente.

En hebreo la palabra “gloria” es “Kavod” que se traduce como “peso” “ser pesado” o tener importancia.

La palabra “gloria” está muy relacionada con “Shekinah” que es la manifestación de la presencia de Dios.

Cuando Dios se movía caía la gloria y su Shekinah estaba presente.

 

2.- Peso para expulsar.

Cuando Dios manifiesta su “gloria”, su peso, expulsa todo lo demás.

La manifestación de la gloria de Dios hace que lo demás no tenga importancia.

Es como si algo pesado y voluminoso lo metemos en un vaso lleno de agua, el agua rebosa para dejar sitio al objeto.

La gloria de Dios desplaza todo lo que hay.

La gloria de Dios es una entidad “físico-espiritual” que cuando aparece en la tierra e interactúa con los seres humanos.

 

3.- El peso de la gloria.

  “El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. 19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. 20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.  21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; 22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado” (Éxodo 33:18-22).

Moisés quiere ver la gloria de Dios y el Señor le dice que está bien, que lo vería de espaldas, pero para que el peso de la gloria no le dañara lo pondría en la hendidura de una peña y lo protegería con su mano.

Moisés necesitaba la protección de Dios para que la gloria no le aplastara.

 

4.- La gloria de Dios en el templo.

“Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. 11 Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová” (I Reyes 8:10-11).

La gloria de Dios expulsó a los sacerdotes del templo.

Era un peso que no permitía estar en el templo.

 

5.- En la creación.

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1).

Lo creado testifica de Dios.

Tiene un peso tan grande la creación, tiene tanta gloria, que es muy difícil razonar, de manera correcta, en contra de un Dios creador.

Se puede argumentar, pero no se pueden dar argumentos convincentes.

¿Quién hizo el universo?

¿Cómo apareció lo existente?

¿Qué había cinco segundos antes del Big bang?

¿Cómo se creó la materia o la antimateria que creó el Big bang?

La gloria de Dios, el peso de Dios, el poder de Dios se manifiesta en la creación.

Múltiplo de 10 (video).

 

6.- La mayor manifestación de la gloria de Dios.

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).

Jesús es la manifestación tangible de la gloria de Dios, es la nube que expulsa todo lo demás.

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

La gloria de Dios es parte espiritual y parte material, pero Jesús es la gloria de Dios 100 por cien material.

Ver a Cristo es ver la gloria de Dios.

Jesús se movió en la tierra como lo que era, la gloria de Dios.

 

7.- Aceptar a Jesús es recibir su gloria.

Jesús es la gloria de Dios manifestada, cuando recibiste a Jesús en tu corazón, la gloria de Dios deja de ser algo externo para ser algo que mora dentro de ti.

 

8.- Jesús revela la gloria de Dios.

“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (II Corintios 4:6).

Dios que hizo que la luz resplandeciese en las tinieblas también ha hecho que la luz brille dentro de nosotros.

La gloria de Dios se manifiesta en el rostro, en la faz de Jesucristo.

Si quieres ver la gloria de Dios tienes que mirar a Jesús.

La luz de Dios hace resplandecer su gloria, su peso se manifiesta en nuestras vidas gracias a Jesús.

 

9.- Jesús es la gloria de Dios.

“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3).

“El resplandor de su gloria” Dios en el antiguo testamento se manifestaba con su gloria, en el nuevo testamento se manifiesta a través de Jesús.

Jesús sustenta todas las cosas “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”.

No solo creó al principio, sino que además las cosas continúan existiendo gracias a Él.

 

10.- Su gloria nos transforma.

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (II Corintios 3:18).

La gloria del Señor empuja lo que nos estorba y nos transforma.

Cada vez que miras a Jesús viene la gloria de Dios, el peso de Dios y saca cosas que sobran para poner de lo suyo en tu vida.

Por eso somos transformados de gloria en gloria, no es algo de una sola vez, no se arregla con una sola mirada a la gloria de Dios, hemos de continuar todos los días mirando su gloria, para que nos transforme.

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