La misión de brillar

Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. 14 Haced todo sin murmuraciones y contiendas, 15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; 16 asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado. 17 Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. 18 Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo” (Filipenses 2: 12-18).

 

La iglesia de Filipo fue fundada por el apóstol Pablo, era una iglesia hija, por eso les tenía un afecto especial.

Eran fieles, en su vida cristiana y Pablo lo sabía.

Pablo les escribe esta epístola y podemos aprender varias cosas:

 

1.- Escrita desde la cárcel.

Sorprendentemente, a pesar de esto es conocida como la epístola del gozo, 16 veces en solo cuatro capítulos usa las palabras gozo y regocijarse.

Está en la cárcel y habla del gozo, Pablo entendía que “no hay que estar bien para sentirse bien”.

La alabanza a Dios y el dar gracias en todo es la manera que Dios nos da para que cambiemos nuestro estado de ánimo en momentos de dificultad.

No importa donde te encuentres, siempre puedes alabar a Dios y darle gracias por todo, tu ánimo mejorará.

 

2.- “Por tanto”.

“Así que”, todo lo que hemos leído tiene relación con algo anterior, y sin eso no podemos entender estos versículos.

¿De que habla la epístola antes de estos versículos?

Del sacrificio de Jesús para salvarnos. Nos indica que Cristo murió por nosotros.

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:5-11).

Jesús se despojó de todo, se hizo hombre y murió para salvarnos.

Por tanto, a raíz del sacrificio de Jesús hay en nosotros unas consecuencias.

No podemos quedarnos igual, Jesús dejó el cielo para salvarnos y esto debe desarrollar en nosotros una actitud y un comportamiento especial.

La salvación tuvo un precio alto, la muerte de Jesús, y nosotros hemos de responder de forma positiva a este sacrificio.

“No hay que estar bien para sentirse bien” de gracias al Señor por su sacrificio en la cruz.

 

 

3.- Continuar obedeciendo.

“Como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia” (V.12).

Podemos decir que esta es la actitud que hemos de tomar a raíz de la salvación.

Con Pablo al lado o lejos, la persona obediente no precisa que le vigilen, lo hace porque sabe que tiene que hacerlo.

Esté el pastor o no esté, hemos de ser obedientes.

Mi pastor está a 10000 kilómetros y he de hacer las cosas bien, aunque Él esté lejos.

 

4.- Ocupaos en vuestra salvación.

“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (V.12).

Ya que hemos sido salvados, actuemos en base a esta salvación.

Trabajemos en servir a Dios igual que Él nos sirvió a nosotros.

No nos salvamos por obras, pero cuando somos salvos hemos de hacer obras “fe sin obras es muerta”.

La salvación de Jesús va a activarnos a actuar en el Reino de Dios.

 

 

5.- Dios produce.

Cuando nos salvamos queremos servir a Dios, la conversión nos vuelve agradecidos y anhelamos servirle continuamente.

Algunos en el ministerio, otros en otras múltiples áreas de la iglesia.

¿De dónde viene este deseo? “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer” (V.13).

Dios nos salva y nos activa. Este deseo viene del cielo.

Es una energía que nos cambia la visión de lo que es importante, y entendemos la importancia de servir en el reino de Dios.

Antes perdíamos el tiempo en mil cosas, ahora queremos servir a Dios.

Dios pone en nosotros este deseo y nos da esa energía.

“No hay que estar bien para sentirse bien” de gracias al Señor por la energía que le da para servir.

 

6.- Cuando se va el deseo contrólese.

“Haced todo sin murmuraciones y contiendas” (V.14).

Cuando pasa el tiempo, a veces, este deseo de Dios es desplazado por otras cosas.

No somos ni hacemos lo mismo que antes, a veces “el primer amor” se pierde.

Cuando esto ocurre, por favor, tengamos dominio propio y no hagamos tropezar a los que sirven a Dios de manera gozosa y tienen la energía para hacerlo “haced todo sin murmuraciones y contiendas”.

 

7.- ¿Cómo ser irreprensibles?

“Para que seáis irreprensibles” (V.14).

Cuando tenga sus bajones es el momento de acercarse a Dios, orar, alabarle y no verbalizar su malestar.

Si hace esto será considerado irreprensible, que no hay que reprender.

“No tiene que estar bien para sentirse bien”.

 

8.- La misión de brillar.

“En medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (V.15).

Los cristianos hemos de brillar, la iglesia tiene que brillar.

No es tan difícil, el mundo es tan oscuro y sucio que por poco que pongamos de nuestra parte vamos a marcar la diferencia y brillar mucho.

Brillemos, resplandezcamos, tenemos a Jesús en nuestro corazón, Él pone en nosotros tanto el querer como el hacer, dejémonos llevar por el Espíritu Santo y el mundo quedará deslumbrado.

“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” Daniel 12:3).

Brillar es de entendidos, brillar es de los que enseñan la verdad de Dios a las multitudes.

Ser entendido es conocer a Dios y predicarlo.

“No hay que estar bien para sentirse bien” alábale Él te llamó para que brilles.

No somos mejores que nadie, pero hemos de brillar, el polvo brilla cuando le da el rayo de luz, pero no deja de ser polvo.

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